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¿Tenemos claro qué es invertir?

Nos hablan de inversiones, de sofisticados productos denominados habitualmente en inglés o mediante curiosas siglas, pero ¿sabemos realmente qué es invertir? ¿Nos planteamos porqué nuestras inversiones debieran obtener el premio del rendimiento o la plusvalía?

La remuneración a nuestras inversiones tiene su origen en la riqueza que el otro agente es capaz de crear gracias al capital que nosotros le cedemos. A grosso modo, valor sólo lo generan las empresas. Y existen dos maneras de participar en la riqueza creada por ellas: podemos prestar dinero a una empresa, es decir invertir en renta fija, o asociarnos con ella, invertir en renta variable.

Salvo excepciones, el resto de lo que acostumbramos a llamar inversiones no son más que medios para prestar dinero a una empresa o asociarse con ella. Así cuando hablamos de un depósito lo que estamos haciendo es prestarle dinero a un banco, renta fija. Cuando hablamos de garantizados lo que hacemos es comprar renta fija al descuento y el resto invertirlo en renta variable. Son pocas las inversiones que no se reduzcan a dejar dinero o comprar parte de una empresa –o de un país-, a la renta fija o renta variable.

Puesto que mis inversiones se reducen a la renta fija o renta variable ¿Cuál es el modo más eficiente de hacerlo? Hay un vehículo óptimo en cuanto a costes y seguridad para canalizar las inversiones de los particulares, las instituciones de inversión colectiva. Quizás las más populares sean los fondos de inversión y los planes de inversión.

Estos vehículos de inversión se caracterizan por:

Considerándolo actualmente el mejor vehículo para que los particulares canalicen sus ahorros hacia renta variable o renta fija, se les dotó de ciertas ventajas fiscales para incentivar su uso. Una de ellas es la exención fiscal en el traspaso entre fondos de inversión que, dependiendo de la rentabilidad o tipos impositivos con que se trabaje, para periodos largos de inversión pueden suponer un patrimonio final superior en más de un 20% a otros vehículos que paguen rentas periódicas y estén, por tanto, sometidos a tributación.

Ahora bien, tan importante como elegir el subyacente del vehículo, renta fija o variable y de que empresas se trata, es elegir el gestor que tomará las decisiones y los honorarios que recibirá por ello. Por eso, a la hora de invertir, debemos prestar atención al tipo de fondo y sus comisiones pues el abanico de productos es actualmente muy amplio.

Aunque parezca más sofisticado emplear otros productos más complicados y caros, la riqueza la crean las empresas y para participar de esa riqueza, vía renta fija o variable, el vehículo por excelencia son las IICs, fundamentalmente planes de pensiones y fondos de inversión. De forma que al canalizar nuestro ahorro deberemos prestar atención tanto al ¿dónde invierto? como al ¿a través de qué?

Francisco Márquez de Prado

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