El recorte de España, muy similar al de Italia
La única duda por despejar es si el Gobierno anunciará hoy viernes el recorte de gasto y subida de impuestos, o lo dejará para el miércoles, cuando Rajoy rinda cuentas en el Parlamento del rescate bancario y de la cumbre europea del 28. Pero la dimensión admite pocas dudas. Será cuantitativamente como el italiano, si no mayor, y cualitativamente muy parecido. Funcionarios, compras sanitarias unificadas, reordenación de la estructura administrativa local, subidas de impuestos, etc.
España no llega a cuadrar los números con los que se ha comprometido, como tampoco llega Italia, que tras el desempeño del primer trimestre, tiene una proyección de déficit público superior al 8% del PIB para este año. España ha comprobado cómo las subidas de impuestos han sido absorbidas por la fiereza de la recesión y los ingresos no suben, cuando estaba previsto que lo hicieran en un 19%. Por ello, no queda otro remedio que ajustar el gasto para cuadrar los números.
Siempre es discutible si es mejor subir los impuestos que recortar el gasto. Personalmente, como contribuyente, prefiero que se recorte el gasto estructural, porque desde ese momento no hay que financiarlo, y es de todos conocido que hay partidas de gasto exageradamente elevadas y con efectividad cuestionable. Como siempre, debe recortarse allí donde se haga menos daño a los colectivos en los derechos a la salud y la educación, y de subirse los impuestos deben centrarse el esfuerzo en aquellos más equitativos (que pague más quien más puede), pero siempre que no dañe la activiadd económica.
Los funcionarios parace que tendrán que pagar una parte de esta ronda, como en este periódico hemos venido advirtiendo, y reclamando, y seguramente ha llegado la hora de recortar algo más que la remuneración, para recortar plantillas sobredimensionadas. La estructura administrativa del país debe ser revisada para evitar la infinidad de solapamientos en la gestión, y evitar así solapar el gasto. En Italia han decidido eliminar por absorción una de cada dos provincias, y no parace posible hacerlo en España, ni reducir las competencias de las comunidades autónomas. Pero habrá que fusionar ayuntamientos, reducir concejales, mancomunar gestión de servicios municiaples, y quien sabe si repensar la estructura competencial de las regiones ante el coste elevado que tienen, y ante la evidencia de que algunas no llegan a fin de mes, y de que sus refinanciaciones dependen del Estado.
Parece lógico que la sanidad de pequeñas comunidades autónomas se mancomune para ahorrar gastos, y parece también lógico que se haga algo parecido con la enseñanza y otros servicios cedidos. Y los gestores de las comunidades tienen que ser sensibles a esta necesidad que puede llevarse a este país por delante si no se atiende. El diseño de las comunidades autónomas, aunque siempre se haga alusión a él como un gran salto de progreso político, es muy cuestionable desde el punto de vista financiero. Y los es más si de paso pensamos que buena parte de las cajas de ahorros ahora quebradas han funcioando como un auténtico chiringuito financiero de las regiones, y la colusión de gestión política y financiera ha provocado lo que todos sabemos.
Italia ha optado por no subir el IVA. De hecho, ha intensificado el recorte de gasto público para este y los dos próximos años para evitar la subida de un impuesto que puede lastrar más la demanda y no dar certeza alguna sobre los ingresos públicos. En España el Gobierno podría hacer otro tanto, aunque es verdad que tiene los tipos más modestos de Europa, y también la recaudación más modesta de Europa, ya sea por los tipos bajos o po el fraude alto.
Como en Italia Mario, en España Mariano anunciará un recorte encadenado para tres años, pues tres años le permite Bruselas para llegar a un déficit público compatible con la estabilización de la deuda pública, requisito imprescindible para que el estado español sea financiable y España viable.