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Columna
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El arma de doble filo para el BCE

Mario Draghi fue el innegable vencedor de la cumbre europea de la semana pasada. El Banco Central Europeo podría acabar teniendo más poder como supervisor del sistema bancario europeo de la eurozona. Ha luchado con éxito ante los intentos de la mayoría de los Gobiernos para forzarle a tomar medidas, ya sea con la compra directa de bonos o la financiación soberana indirecta a través de una licencia bancaria dada al fondo de rescate europeo. Finalmente, el BCE consiguió algo por lo que había abogado: que el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) pueda recapitalizar los bancos con problemas de forma directa. Mientras, los miembros del euro han reafirmado sus compromisos para ceñirse a la disciplina fiscal. Desde el punto de vista de Draghi, ¿qué hay de malo en eso?

Por el momento, el nuevo poder del BCE como supervisor bancario, y posiblemente regulador puro y duro, formalmente no ha tenido efecto. Necesitan superarse muchas dificultades, y la declaración de los líderes europeos solo indica que el futuro supervisor de la banca incluirá al BCE. La naturaleza del cuerpo supervisor y el alcance de sus poderes aún han de ser resueltos. Una vez que la Comisión Europea ha hecho una propuesta, se espera que los Gobiernos luchen con uñas y dientes en los detalles. Entonces el BCE se percatará de que con mayores poderes se incluye una mayor vigilancia. La autoridad monetaria ha sido débil al mantener su independencia de los Gobiernos nacionales durante la primera década del euro, a lo que tampoco ayuda que haya tantos. En caso de que se convierta en el supervisor bancario, tendrá que aceptar un estrecho seguimiento del evidente conflicto de intereses derivado de su posición como principal acreedor del sistema bancario. Cuanto más quiere la eurozona dirigirse a la unión fiscal, más aguda será la cuestión de la legitimidad democrática de sus principales instituciones comunitarias: la CE y el BCE. Hasta ahora, el banco central ha tenido una circunscripción de 17 Gobiernos. Se mueve hacia un espacio donde necesita encontrar un mayor apoyo democrático. Puede llegar el punto en que Draghi se encuentre un arma de doble filo.

Por Pierre Briançon.

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