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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una red de aeropuertos racional

El Gobierno anunció ayer la puesta en marcha de un plan de eficiencia aeroportuaria con el fin de reducir los horarios semanales de 17 aeropuertos y 2 helipuertos -todos ellos infrautilizados por falta de pasajeros- desde 2.002 horas a 725. El objetivo del plan -que la ministra de Fomento, Ana Pastor, definió como "un traje a medida" para cada una de estas infraestructuras- es adecuar las ofertas de servicios a la demanda real del mercado y evitar así una cadena de cierres. La iniciativa de Fomento, que aspira a reducir a la mitad en 2013 la pérdida operativa -un total de 70 millones de euros- que estos aeropuertos arrojaron en 2011, prevé la posibilidad de poder ampliar horarios y servicios en función de cómo evolucione la demanda. El plan aeroportuario se suma así a la iniciativa que baraja el Gobierno para suprimir o sustituir por líneas de autobuses los servicios ferroviarios de media distancia con escasez de pasajeros, con el fin de evitar el alto e injustificado coste que supone poner en marcha un tren prácticamente vacío.

Como recordaba la ministra Pastor, la decisión de reducir los horarios de esa veintena de infraestructuras se justifica por la difícil situación económica que atraviesa España y por una suma de excesos y derroches que han cargado sobre Aena Aeropuertos el lastre de una deuda de 15.000 millones de euros y 400 millones en concepto de intereses. Tanto la decisión de recortar los servicios aeroportuarios como la posible reducción de las líneas ferroviarias deficitarias obedecen a la necesidad de cuadrar unas cuentas públicas que luchan contra reloj para alcanzar los objetivos de equilibrio presupuestario, pero también a la aplicación de los más elementales criterios de prudencia y racionalidad.

Mantener operativo todos los días un pequeño aeropuerto desde las 5.30 horas hasta las 20.30 con un único vuelo en toda la jornada -un ejemplo real al que se refirió la ministra de Fomento en su rueda de prensa- supone no solo un derroche, sino también el símbolo de una forma de gestión que si ayer carecía de justificación económica y operativa, hoy resulta absolutamente indefendible. Sin embargo, y pese a que han sido muchas las voces que han reclamado el cierre de estas instalaciones, todas ellas constituyen infraestructuras operativas y dotadas de tecnología de última generación. Ello obliga a hacer todo lo posible por sacar partido a una inversión que, una vez realizada, debe cumplir, en lo posible, con la función de integrador territorial y de dinamizador del tráfico económico de toda red de comunicaciones. El plan presentado por el Gobierno tiene, a priori y sobre el papel, los elementos para lograr ese objetivo. A ello habrá que sumar una supervisión estricta que garantice que el coste de oportunidad será de ahora en adelante un principio rector de la gestión aeroportuaria.

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