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De rescate en rescate hasta el rescate final

España tiene que diseñar un plan de autorrescate para evitar que los mercados la fuerzen a caer en el rescate de sus socios, porque las consecuencias ya sabemos cuáles son: basta mirar a Portugal, Irlanda o Grecia. Por ello hay que rescatar a las cajas de ahorros, a los promotores, a las concesionarias de autopistas, a infinidad de empresas con deuda excesiva en múltiples sectores, a los ayuntamientos, a las comunidades autónomas, a los proveedores de unos y otros, etc. Convertir la deuda privada lentamente en pública mientras el Estado aguante sin descoserse. De rescate en rescate, ... para evitar el rerscate final.

La prima de riesgo está en el caso de España en niveles que no se justiufican por su vivel de deuda pública, y los precios de las acciones en la Bolsa son de saldo, de escenario de rescate, para entendernos. Deben considerar nuestros financiadores que vamos a ir convirtiendo lentamente la deuda privada (nada menos que 3 veces el PIB) en deuda pública con pequeños rescates, y que la situación será infinanciable. Y después Italia, que ya empieza a sentir la presión sobre sus bancos, que terminarán pidiendo dinero como los españoles (las cajas de ahorro).

Y es aquí donde nos jugamos el futuro de la moneda y del proyecto de integración europea. Un euro sin sur es otro euro, y creo que ni a los alemanes le interesa tal cosa. Hay que precipitar el diseño de los mecanismos de defensa y funcionamiento de la Unión Monetaria, unión fiscal, unión bancaria y unión polítca. Hay que construir los Estados Unidos de Europa para que todo vuelva a ser normal, porque normal es que las economías sean diferentes en cada región.

Mientras tal cosa se construye, España tiene que hacer su política de autorrestace, que lleva practicando a regañadientes desde mayo de 2010 y con más convicción desde enero de este año: reformas integrales para recomponer el crecimiento, ajustes fiscales que hagan financiable al Estado, y mantener la unidad fiscal nacional para dejar de generar descopnfianza y sorpresas en los mercados. Por ello el Estado ha rescatado por ley a los desempleados, y por obligación financiera a los bancos, a los promotores, a infinidad de empresas con deudas elevadas a través del sistema financiero, a los proveedores de las administraciones públicas, a las administraciones públicas regionales y locales, etc.

Todo ello para poder evitar el rescate final si es que finalmente se logra. De rescate e rescate hsata el rescate final o para evitar el rescate final. Los contribuyentes se han convertido, como siempre en la historia, en el rescatador obligado de todos los proyectos fallidos, tenga o no justificación. Parece evidente que la banca tienen un carácter sistémico para la economía y es complicado dejarla caer. Pero parece poco lógico rescatar determinados negocios que bien podrían soportar las empresas que los explotan, como las autopistas. A fin de cuentas, entre todas pueden soportar en sus cuentas de resultados dos mil millones de euros de deuda. Y si no se recupoera el negocio, que lo hará cuando la haga la economía, pues que los vendan, pero no al Estado, por favor.

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