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Para el contribuyente, todo es sistémico

Si fuese 28 de diciembre, la idea de rescatar con cargo a dinero público unas autopistas privadas construidas en paralelo a autovías gratuitas parecería una broma. Pero no lo es. Contamos hoy en el periódico que las cuatro radiales de peaje que salen de Madrid serán nacionalizadas por el Estado, que asumirá su deuda. La solución que se les ha ocurrido a nuestros líderes es asombrosa: poner peajes en las autovías que son gratuitas para compensar a las empresas que hicieron autopistas de pago en paralelo a éstas, dado que (oh, sorpresa) apenas nadie circula por ellas. O eso, o cobrar la gasolina más cara a todos los españoles. Lógico.

Por la autopista R-5 y la R-3 no llegan a circular 10.000 vehículos al día, por la R-4 menos de 7.000, por la R-2 apenas 7.800, siempre según el dato de Fomento de Intensidad Media Diaria. El acceso de peaje al aeropuerto madileño tine más tráfico, en torno a 18.000 vehículos. Pero por el tramo Ocaña-La Roda, de 127 kilómetros, menos de 4.000 en 2011 y menos de 2.000 en febrero. Las autopistas se planearon con tráficos de 30.000 a 40.000 vehículos.

La verdad, se me escapa la lógica económica de este rescate. Quien tuvo la idea de construirlas fue el sector privado, con el entusiasta apoyo de la administración madrileña y el dinero de una banca que entonces prestaba dinero para cualquier cosa. Todo el mundo tiene derecho a equivocarse. Pero debería correr con las consecuencias.

Seguramente se puedan encontrar argumentos, legales o financieros, para el rescate de las autopistas. Sin duda. En los grandes despachos hay más imaginación de la que piensan ustedes. Si quieren, les adelanto alguno. Los problemas en las grandes constructoras tendrán un efecto sobre el empleo en las empresas que subcontratan. Los bancos que hayan concedido los créditos tendrán problemas. Los inversores se lo pensarán dos veces antes de prestar a empresas españolas. Hay cláusulas legales protege a los propietarios de las autopistas de sufrir pérdidas.

Tamién hay argumentos para defender que haya que salvar a la banca a cualquier precio. Para que los tenedores de deuda de entidades que van a necesitar decenas de miles de millones de euros que pondremos usted y yo cobren, puntualmente y sin retraso, los intereses y el principal. Una idea que tenía poco sentido hace unos años, pero ahora es directamente absurda: España ya es la preocupación principal del mundo financiero, sufrimos una fuga de capitales brutal, el crédito está cerrado y vivimos del BCE. ¿Cambiaría mucho esta percepción aplicar una quita a los tenedores de deuda? Yo estoy seguro de que no, pero para nuestro Gobierno una liquidación ordenada de una entidad es un tabú. 

No es tan difícil como parece. Marc Garrigasalt contaba cómo se liquida un banco en Estados Unidos. Desde 2008 se han liquidado más de 400, con unos activos totales de 677.000 millones de dólares. El coste para el fondo de garantía estadounidense apenas ha superado los 80.000 millones. 

Es más, si yo fuese inversor extranjero me preocuparía más el compadreo entre políticos, banqueros y constructores que una eventual quita de la deuda. Pero bueno, igual es cosa mía. Igual es que no me entero muy bien y realmente unas autopistas vacías son un riesgo sistémico. Tanto riesgo, y tan sistémico que hay que recortar en educación, investigación y sanidad antes de permitir que una autopista sin coches quiebre.

Si ahora usted, querido lector y contribuyente, se pregunta qué significa eso de ser sistémico, se lo voy aclarando. Un proyecto de investigación no es sistémico. Se cancela, se despide a los científicos y no pasa nada, que inventen otros. La sanidad no es sistémica. Si hay que pagar por un medicamento contra la migraña, usted se lo paga. O si no, se fastidia. Si no puede matricular a su hijo en la Universidad porque las tasas han subido, pues que busque trabajo de camarero. Que hay que apretarse el cinturón y hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Coste-beneficio

Por el contrario, cuando una cosa es sistémica todo lo anterior no vale. Al igual que los campos gravitatorios alteran el espacio-tiempo (o algo así dijo Einstein), los entes sistémicos alteran las relaciones coste-beneficio. El coste suele medirse en miles de millones de euros y los intangibles beneficio suelen pasar por librar a la sociedad occidental de una serie de hipotéticas plagas que poco menos nos retrotraerían a la era preindustrial. Eso es ser sistémico. Lo malo es que, a medida que avanza la crisis, hay más cosas sistémicas.

Música contra la crisis. Mavis Staples. Eyes on the Prize 

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