Más cerca de la estabilización del euro
El calendario de la Eurocopa de Polonia y Ucrania, así como el azar de los goles, ha permitido a Angela Merkel, la canciller alemana, acortar a la mínima expresión una cumbre de las cuatro mayores economías de la zona euro a la que de antemano no quería asistir. La casualidad futbolística ha querido que el viernes se enfrentasen en cuartos de final de la competición europea las selecciones de Alemania y Grecia, la virtud y el vicio macroeconómico europeos, y el deseo de la canciller de animar a la Mannschaft despachó la reunión a cuatro en un santiamén, y queda como un breve preludio de la cumbre de fin de mes. Pero la brevedad oculta aquí productividad y eficiencia: se habló de todo y se apuró un compromiso sobre la hoja de ruta de los próximos meses, que, de aplicarse, estabilizará financiera, fiscal y políticamente el proyecto del euro, que hace solo una semana estaba al borde del colapso, a juicio de los analistas políticos y económicos.
El cierre relativamente rápido de algunos de los frentes que más acuciaban el ánimo de los líderes europeos, sobre todo la crisis política griega y el rescate bancario en España, así como la presión coordinada de EE UU, los emergentes en el G-20 de México y el FMI, han ablandado la posición germana. Y lo han hecho hasta el punto de admitir que en la próxima cumbre de jefes de Estado y de Gobierno el crecimiento, la unión bancaria y la estabilidad financiera de la zona estarán en la agenda, a la que se sumará la posibilidad de activar una tasa sobre las transacciones financieras, y muy iniciáticamente el proyecto de financiación soberana unitaria a través de eurobonos. Roma y esta modesta y breve cumbre Merkel-Hollande-Monti-Rajoy puede haberse convertido, sea dicho con todas las cautelas, en el punto de inflexión de un proyecto europeo que languidecía ante la parálisis de decisiones y el acoso del mercado.
Más Europa y apoyo indiscutible a la irreversibilidad del euro: esa es la gran conclusión de la minicumbre, que debería devolver la estabilidad a la divisa, así como a todos los mercados en los que cotizan los activos emitidos en euros, pero especialmente los títulos de deuda pública, sobre los que ha pivotado una presión financiera que ha apostado seriamente por la ruptura del proyecto. Europa siempre hace las cosas tarde, cuando la situación empieza a ser desesperada; pero sus dirigentes, como sus ciudadanos, son muy conscientes de que es mucho más caro desmontar lo que se ha construido que terminar de ensamblar lo que falta.
La apuesta de Hollande por incorporar la preocupación por el crecimiento ha dado sus frutos, pues ha encontrado el respaldo tanto de Monti como de Rajoy, y han convencido a Merkel de movilizar una cantidad nada despreciable de recursos (unos 130.000 millones de euros), siempre que se respete el principio de control fiscal y de la deuda, y se incorporen reformas estructurales de los mercados locales.
Pero donde la apuesta parece más decidida es en el compromiso de acelerar reformas europeas para encontrar mecanismos de estabilidad financiera, y que pasan por definir bien las funciones del fondo de rescate, buscar fórmulas para aislar el riesgo bancario del soberano, pese a la resistencia de Merkel a dejar en manos del fondo funciones que son de los Estados, y diseñar algún tipo de calendario de lo que debería ser la unión bancaria europea. Los mercados han saludado el buen clima de esta minicumbre de la Eurocopa y esperan detalles concretos para la cumbre de fin de mes.
En el caso de España, tanto Bolsa como deuda han recuperado cierto oxígeno tras los niveles estresados del principio de la semana, entre otras cosas porque parece encaminado el mecanismo de recapitalización de la banca, y con una necesidad de recursos más manejable de lo esperado. Faltan detalles puntuales, pero el Gobierno debe poner mucha atención en aquellos que dictaminen las condiciones para el sistema financiero, de tal forma que no cercenen las posibilidades de crecimiento del crédito y la economía. Bienvenidos serán también recursos adicionales para la inversión en los flancos económicos más desguarnecidos; pero debe centrar su atención en una relajación de un calendario de reducción del déficit ahora imposible, y en ejecutarlo sin tacha, pues de eso depende tanto la financiación pública como la privada.