Un edificio diseñado para revolucionar Santander
El Centro Botín aspira a convertirse en un reclamo turístico para la ciudad. Por el camino dinamizará el paisaje urbano de la bahía.
Su misión: crear un espacio de encuentro en pleno Santander con el arte y la cultura como nexo de unión, que sea visible y reconocible dentro y fuera de la ciudad. Sus condiciones: ceñirse al presupuesto disponible (la poco desdeñable cifra de 77 millones de euros) y limitar al máximo la barrera visual que supone levantar cualquier edificio en la bahía de la capital cántabra. Su respuesta: proyectar un edificio suspendido sobre un sistema de columnas que, sobresaliendo en parte en el agua, sirva de colofón para unos ampliados jardines de la Pereda, que rebasarían el transitado paseo del mismo nombre y llegarían hasta el mar.
El prestigioso arquitecto italiano Renzo Piano ha resuelto así, tras pensar y repensar el proyecto durante dos años, el rompecabezas planteado por la Fundación Botín, que se propone levantar en la capital cántabra un edificio diferente, emblemático, de los que dejan huella. El Centro Botín, cuyas obras empezaron el viernes, será una realidad en 2014. Según adelantó Juan Miguel Villar Mir, presidente de OHL (la constructora encargada de ejecutar el proyecto), durante el acto de colocación de la primera piedra, el complejo se podrá inaugurar el 28 de febrero, cuatro meses antes de lo inicialmente previsto.
El diseño del edificio, que albergará exposiciones de arte, conciertos y otras actividades culturales, no dejará a nadie indiferente. De hecho, ya ha encontrado la oposición de algunos vecinos, contrariados por el excesivo impacto visual del complejo. Críticas que Piano, inconformista nato ("me crié en los tumultuosos años sesenta, así que lo cuestiono todo", señaló este miércoles en una comida con periodistas), considera "necesarias" para que cualquier proyecto llegue a buen puerto.
El propio Piano modificó varias veces la ubicación del centro, cuya construcción respetará finalmente el emplazamiento de la muy conocida Grúa de Piedra. Incluso se ha optado por soterrar los 200 metros del paseo de la Pereda, cuyo tráfico se pretendía superar inicialmente con una pasarela. Decisión esta última, por cierto, tasada en unos 15 millones de euros.
Para el proyectista, el activo más valioso de la ciudad es su luz. "Es luminosa, pero no agresiva, y en la bahía está en constante diálogo con el mar. Me recuerda a Venecia", indica Piano. De ahí la decisión de revestir el edificio, estructurado en torno a dos grandes plataformas, de 360.000 piezas semiesféricas de cerámica de color madreperla, "un material que envejece muy bien". "Consideramos también emplear metales u otros elementos, pero hubiese sido demasiado agresivo", añade. Las cerámicas captarán la ondeante luz que refleja el mar, para luego caer otra vez sobre este.
¿Cómo encaja un proyecto tan innovador y moderno en la fisonomía de la señorial Santander? En opinión del arquitecto, el Centro Botín no chocará con el resto del casco antiguo. "Concibo las ciudades como un ente vivo, en constante evolución. Por eso son tan bellas en Europa". En su opinión, en Santander quedan tareas por hacer. "Falta habilitar la parte que da al mar, como ya han hecho Barcelona o Valencia". Su proyecto, sin duda, pondrá su granito de arena.