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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Menos trabas para los turistas

La relación administrativa de España con la inmigración nunca ha sido fácil. Hasta los años ochenta del siglo pasado, no constituyó materia de preocupación por su práctica inexistencia en un país que, más bien al contrario, era eminentemente emigrante, con oleadas que habían puesto rumbo a América o a Europa, según las épocas. Pero a partir de entonces, con la llegada de la bonanza económica y la fuerte demanda de mano de obra sin cualificar, España se convirtió en un paraíso con práctica libertad total de entrada -no burocrática, sí real-. Esto, unido a la rapidez del fenómeno y a una errática política de regularizaciones y reagrupamiento familiar, llevó a tensiones que la crisis económica está amortiguando con la creciente salida de quienes ya no encuentran aquí el empleo que les atrajo. Sin embargo, un mal entendido -y atrasado- control de los flujos de inmigrantes derivó en el endurecimiento de exigencias a viajeros extracomunitarios. Algo que desató episodios de importante tirantez con países como Brasil y México. El objetivo era reducir el riesgo de establecimiento por trabajo, algo a destiempo, como demuestra la realidad. Es lógico por ello que se rectifique, como acaba de hacer Interior, y que, sin bajar los pertinentes controles de seguridad, se relajen unas inexplicables trabas administrativas a la entrada de un bienvenido turismo extracomunitario.

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