Rebaja a los funcionarios y subida del IVA, en julio
España está contra la pared en los mercados de deuda desde hace unas semanas. El Gobierno asegura que ha hecho lo que tenía que hacer, y reclama al BCE y a Alemania su parte para enfriar los tipos de sus bonos. Haga lo que haga el BCE, hay que cargarse previamente de razones, y si bien al comenzar el año el Gobierno tomó una iniciativa clara para devolver la solvencia al país y la confianza a los mercados, ha dejado de hacerlo. Ahora no vale ni la más mínima desviación del déficit, y, dado que las cuentas dan señales de que no cuadrarán, hay que volver al espíritu de los Consejos de Ministros de enero: cada viernes, un viaje al gasto. La subida del IVA y la bajada del sueldo de los funcionarios no puede esperar, no puede pasar de julio.
Para países como España recuperar y mantener la solvencia no es una cuestión de unos días o de un simple ejercicio presupuestario y reformista. Es un proceso dinámico, y con tal espíritu deben hacerse las reformas y los ajustes presupuestarios. El margen ganado con los cambios de enero y febrero se ha diluído, aunque las reformas ahí están. El retraso político y excesivo de los Presupuestos, no ayudó, y no ayudó la precipitación de la crisis de Bankia, que ha echado a perder los ganado en los meses anteriores.
Ahora las dudas son el pan de cada día; vuelven a no fiarse de nosotros, más allá de que el mecanismo de rescate de los bancos fallidos sea el más acertado o el menos. No se puede cambiar la cifra de déficit cada mes, y no pueden seguir destapándose desajustes en las comunidades autónomas, ni aflorando dudas sobre su financiación. El margen de España es muy escaso; camina sobre el filo de una navaja, con la prima de riesgo en 550 puntos y el bono en el 7%, y esa situación no puede sostenerse mucho tiempo.
La moneda de cambio para el rescate bancario, además de la condicionalidad para toda la banca, tal como hoy cuenta este periódico, es que España tiene que ajustarse a rajatabla a sus compromisos fiscales. Ya no vale decir que si el déficit no cae hasta el 5,3% no pasa nada. Pasa y mucho. Y la evolución actual de las cuentas no es buena: la parálisis económica impide reactivar los ingresos, que en el mejor de los casos empatan este año pese a la subida de tipos en el IPRF. Por tanto, hay que hacer algo más.
Aunque Rajoy se niega públicamente a hacer las cositas que dice el FMI, no tiene otro remedio. Tiene que recuperar el impulso reformista y ejecutivo de las primeras semanas y dar señales presupuestarias muy explícitas de que España cumplirá con sus compromisos fiscales. Cuando se conozcan las cuentas de junio se verá que no se llega al 5,3% de déficit este año. Y por ello tiene que reducir el sueldo a los funcionarios (un 10% al menos) y tiene que subir el IVA ya, en julio. No puede esperar. Si lo hace, nadie se fiará de nosotros, y el restace, por otra parte un cataclismo para el euro, será inevitable.
Hay que recuperar el espíritu de los Consejos de Ministros de enero, señor Rajoy. Ya.