Ir contra Alemania no dará resultado
La desesperación financiera combinada con la inexperiencia diplomática podría acabar costándole muy cara a la zona euro. Francia, Italia y España parecen pensar que presentarse ante Alemania con las mismas peticiones, una y otra vez, suavizará a Angela Merkel hasta el punto de que aceptará reformas como los eurobonos, la unión bancaria o una recapitalización directa de los bancos a través del Mecanismo Europeo de Estabilidad. Pero cuanto más le insisten, más cierra Alemania sus posturas.
Presionar a Alemania no es solo poco efectivo: podría ser contraproducente si los líderes europeos no logran llegar a algún punto en común en su reunión de finales de mes. La eurozona solía ser sencilla. Solo necesitaba que Alemania y Francia se pusieran de acuerdo en los principales aspectos. Luego trabajaban con el resto para cerrar los últimos acuerdos y compromisos. La situación ha cambiado. Desde que comenzaron los rescates, la brecha entre los países del Norte y del Sur se ha agrandado. Francia tiene un pie en ambos terrenos. Es el segundo mayor contribuidor en los rescates, pero también tiene una economía frágil que podría tener que confiar en la benevolencia alemana.
François Hollande empezó su presidencia de un modo conciliador con Merkel, después de haber hecho campaña contra la austeridad impuesta por Alemania. Ahora parece querer liderar el sector que pide a Alemania serias concesiones. Invitó a la oposición de Merkel, los socialdemócratas, para charlar en el Elíseo. También parece tener el objetivo de llegar a algún tipo de alianza con Mario Monti, al que visitó ayer en Roma, y está en la misma línea con el presidente español Mariano Rajoy.
El objetivo es que Alemania acepte lo que siempre ha rechazado: lanzar reformas inmediatas que implicarían una unión bancaria. Merkel quiere estar segura de que algún tipo de autoridad fiscal europea mantiene a los Gobiernos bajo control. La insistencia de sus socios solo conseguirá reforzar la convicción de Merkel de que solo ella está en la vía de la responsabilidad.
Por Pierre Briançon.