De comprar pisos a vender trasteros
La virulencia y, sobre todo, la prolongación en el tiempo de la crisis económica está teniendo su reflejo en una constante evolución de los patrones de consumo, ahorro y obtención de liquidez de los ciudadanos y las familias. Tras la caída en picado de las operaciones de adquisición de vivienda, el mercado inmobiliario ha comenzado a exhibir una incipiente -y todavía minoritaria- oferta de compraventa de trasteros como fórmula de obtención de ingresos extra en un momento en el que muchos españoles tienen dificultades para llegar a fin de mes. En ciudades como Madrid, Bilbao o San Sebastián el precio de estos espacios -que se han sumado al mercado de alquiler y venta de plazas de garaje- puede llegar a alcanzar los 3.000 euros por metro cuadrado. Pese a que económicamente la trascendencia de las operaciones sea todavía anecdótica, su valor como signo del deterioro del estatus de la clase media española resulta muy significativo. Una vez hecha añicos la burbuja inmobiliaria, la venta de trasteros ilustra la vertiginosa decadencia que la sociedad española está viviendo en términos de riqueza. Como en toda operación inmobiliaria, conviene estar bien informado sobre la letra pequeña y las prevenciones jurídicas a tener en cuenta al cerrar este tipo de compraventas.