Escenarios para Grecia, escenarios para Europa
Ya no se descarta sacar a Grecia del euro; ya no se descarta que de las elecciones del 17 de junio salgo un país ingobernable; ya no se descarta que se repitan otra vez las elecciones; ya no se descarta nada. Mientras tanto, los mercados siguen perdiendo confianza en la Unión Monetaria, pese a que varios líderes europeos admiten la necesidad de cambios profundos. Hasta Merkel admite ya que habrá de haber unión bancaria europea.
Los dos escenarios electorales arrojan un escenario político delicado para Grecia y un escenario económico y financiero peligroso para sus socios europeos. Una victoria de Nueva Democracia reforzaria la posición de los partidarios de que Grecia siga en el euro, aunque pida una rebaja de sus obligaciones financieras. Y una victoria de Syriza puede suponer que el país heleno se mantnga en la Unión Monetaria, pero siempre que le pongan el contador a cero en sus obligaciones financieras.
Ninguna de las dos opciones agrada a Europa, pero la segunda desagrada más. Con la primera habrá resistencias a reducir la presión financiera, puesto que ya se ha practicado hace solo unos meses una quita notable a la deuda griega, y se considera que pedir nuevas exigencias no es posible por el simple hecho de que España haya conseguido unas condicones más ventajosas para recapitalizar sus cajas de ahorros fallidas.
Pero la posibilidad de seguir en el euro y no pagar a los acreedores, no es posible. Pero es un planteamiento muy probable ante el que la Unión debe enfrentarse. Si tal ocurre, la Unión puede presionar a Grecia cortando el flujo de liquidez desde el BCE, único soporte hoy financieramente de Grecia, y no entregar ni una sola cantidad adicional del rescate. Esta circunstancia pondría al Gobierno de Atenas contra las cuerdas, puesto que ni funcionarios ni pensionistas podrían cobrar, así como ninguno de los proveedores de la Administración.
Esta presión financiera, que también podría producirse en caso de que el resultadpo de las elecciones revele un país ingobernable, podría intensificarse hasta que hubiese un Gobierno de coalición que cediese, o bien obligaría a la convocatoria de unas nuevas elecciones en las que el electorado optase, también presionado por la parálisis económica, por el realismo de partidos desfensores de mantenerse en la Unión y respetar los acuerdos firmados.
Y si la realidad se radicalizase hasta tal extremo no debe descartarse la presión a Grecia para que abandone el euro, utilizando también de forma restrictiva los grifos de liquidez y los pagos del rescate. Es creciente la corriente política dentro de Europa de que mientras Grecia permanezca en la Unión con el compromiso corrompido, no hay posibilidad de avanzar en la construcción de Europa para poder salvar a los países que sí quieren estar y quieren cumplir las reglas de juego.
Hasta la cancilller alemana, tras echar un rapapolvo a los españoles por una década de irresponsabilidad económica, admite que seguramente debe haber una unión bancaria europea, con fondo de rescate y fondo de garantía común, y con autoridad supervisora común.