Los partidos griegos piden un rescate "a la española"
La reclamación de condiciones más blandas por las ayudas marca la recta final de las elecciones del domingo.
La guerra de los seis días", titulaba ayer en portada Ethnos, un importante diario griego, en referencia a las tensiones que vivirá el país hasta las elecciones generales del próximo domingo, cuando el pueblo heleno decidirá su futuro y, en parte, el del propio euro. Más del 70% de la población asegura que prefiere continuar dentro de la moneda comunitaria pese a los sacrificios que ello les ha supuesto en los últimos años. Sin embargo, cada vez gana más apoyos la formación de izquierdas Syriza, que aboga por renegociar las estrictas condiciones del último salvavidas europeo. Las exigencias "blandas" que se presupone acompañarán al rescate de la banca española han sido esgrimidas como ejemplo en los últimos mítines electorales. La UE, con Berlín a la cabeza, se niega. De hecho, la campaña ha terminado de calentarse con la filtración de los planes de contingencia que Bruselas ha preparado ante los comicios, en los que se llega a plantear un corralito bancario a escala europea ante una eventual salida de Grecia del euro.
Las del domingo serán las segundas elecciones que el país celebra en mes y medio, después de que la atomización del voto hiciera imposible formar Gobierno el pasado mayo. Tras un mes y medio con la respiración contenida, Europa vive de nuevo pendiente del color de la papeleta que decidan depositar cada uno de los 9,8 millones de griegos llamados a las urnas. De un lado, encontrarán las de Syriza, una coalición de izquierdas que recoge desde partidarios de Mao a seguidores de Trotsky, y que fue la gran sorpresa en las últimas elecciones. La dirige Alexis Tsipras, un ingeniero de 37 años, quien define su programa como una "revolución pacífica" que persigue que "todo el mundo tenga derecho a un salario decente, a una pensión decente y a la seguridad social". Unas reivindicaciones que pueden parecer vagas, pero que hacen referencia a problemas muy concretos en un país que está viendo disolverse el estado del bienestar.
Aunque algunas encuestas empiezan a dar a Syriza como formación más votada en los comicios, lo que en el Parlamento griego equivale a ganar automáticamente 50 escaños extra, la mayoría de los sondeos indican que recibirá cerca del 25% de los votos, lo mismo que el conservador Nueva Democracia. Su líder Antonis Samaras, la opción favorita en Bruselas, aspira a la presidencia bajo el compromiso de cumplir con las exigencias de la UE para salvaguardar la permanencia en el euro y garantizar la recepción de los fondos del rescate. Estos se han establecido en forma de inyecciones periódicas para asegurar que el país cumple con los ajustes pactados: recortar 11.500 millones en dos años, prescindir de 150.000 empleados públicos y proseguir con el calendario de reformas estructurales. El margen es tan corto que las pensiones y la nómina de los funcionarios de este mes está en el aire hasta que se confirme el próximo ingreso.
Nueva Democracia carga con la losa de haber sido responsable de buena parte de los desmanes financieros que llevaron a Grecia al colapso. Sus sucesores en el poder, y la tercera gran opción de cara al domingo, son los socialistas del Pasok, que arrollados por la crisis se vieron obligados a convocar elecciones anticipadas. El desencadenante fue el anuncio que realizó el pasado noviembre Yorgos Papandreu, entonces presidente del país, que planteó que el pueblo votara en referéndum si aceptaba las condiciones del segundo rescate al país. El órdago fue visto por Berlín, que abrió por primera vez la puerta a la salida de Grecia del euro acabando con el mandato de Papandreu. Su "heredero", el exministro de Economía, Evangelios Venizelos, se ha aplicado el cuento y aboga ahora por cumplir con la UE y perdurar en la eurozona.
La lectura internacional es que la carga dramática del referéndum de Papademus solo se ha trasladado a las urnas electorales del domingo, en una suerte de segunda vuelta que se celebra después de que los resultados de las elecciones de mayo no fueran concluyentes. Entonces, Nueva Democracia y Pasok, lo que comparativamente serían PP y PSOE, pasaron de controlar ampliamente el Parlamento a representar apenas un 30% del mismo. Nuevas formaciones como Syriza se abrieron camino entre el descontento y la desesperanza de la ciudadanía helena, que abrió la puerta también a grupos filonazis como Amanecer Dorado.
Cada día que pasa, sin embargo, las tres grandes formaciones que aspiran al poder acercan más sus discursos. "Gobernaremos para asegurar la permanencia de Grecia en la Unión Europea", afirmó ayer sin ambages Tsipras, el líder de Syriza refutando a quienes le identifican como el pasaporte hacia un nuevo dracma. De la otra parte, Nueva Democracia ha empezado a acariciar la necesidad de ablandar las condiciones del rescate. Dimitrios Tsomocos, asesor del grupo conservador y profesor de Economía Financiera de la Universidad de Oxford, defendía ayer que el rescate a la banca española "no incluye medidas asfixiantes como las que firmó Grecia" y que esta debe ser la nueva vía de negociación. Los socialistas de Pasok, que se postulan como posible pinza para "un gobierno de concentración" preferiblemente con Nueva Democracia, asumen que "lo ocurrido en España tiene un gran impacto en Grecia".