Bruselas acorrala a Grecia para que cumpla con la troika
La UE esgrime la posibilidad de cortar los lazos monetarios con Atenas si las elecciones del domingo derivan en una suspensión del rescate financiero.
La Comisión Europea (CE) redobló ayer la presión sobre Grecia para dejar claro que, gane quien gane en las elecciones del próximo domingo, no se podrá renegociar el plan de ajuste asociado al rescate financiero concedido por la zona euro y el FMI.
El mensaje pretende evitar la victoria de Syriza, un partido de izquierdas que en las elecciones de mayo triplicó sus votos con un programa que plantea la suspensión de buena parte de las medidas de austeridad. Ahora, en la repetición de los comicios, Syriza podría convertirse en el partido más votado.
Bruselas teme que ese resultado provoque un enfrentamiento de imprevisibles consecuencias entre Atenas y el resto de la zona euro. Y como medida de prevención y de presión sobre los votantes griegos ha acelerado el blindaje de los posibles puntos vulnerables de la zona euro.
La CE incluso aireó ayer los planes de contingencia que se preparan en algunos países para evitar el pánico bancario que podría producirse si Atenas rompe con la troika, suspende pagos y debe abandonar la Unión Monetaria. La Comisión recordó que el artículo 65 del Tratado de la UE permite a los Estados restringir la libertad de movimientos de capital "por razones de orden público o de seguridad pública", una premisa que permitiría a cada país limitar a sus ciudadanos la cantidad de dinero que pueden retirar o transferir.
El artículo siguiente, no mencionado por la Comisión, contempla incluso la posibilidad de un corralito europeo, para evitar la salida de capital hacia países extracomunitarios. La decisión debería aprobarla el Consejo de la UE a propuesta de la CE y previo informe del Banco Central Europeo.
Los portavoces de la Comisión aseguraron ayer que "no hay ningún plan previsto" y que se han limitado a responder las consultas de algunas capitales sobre la base legal de las posibles medidas para blindar la zona euro ante una salida de Grecia del euro. "Nuestro único escenario", añadió un portavoz de la CE, "es que Grecia continúe en la Unión Monetaria".
El mes pasado, sin embargo, el presidente de la CE, José Manuel Barroso, ya advirtió a Grecia que su continuidad en el club estaba supeditada al cumplimiento de los compromisos adquiridos. Y el presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, ha recordado que, además de respetar la voluntad del futuro Parlamento griego, debe respetarse también la de los 16 Parlamentos o Gobiernos de la zona euro que aprobaron una operación de rescate valorada en casi un cuarto de billón de euros.
Bruselas cree que no existe margen de maniobra política para renegociar el acuerdo porque varios Gobiernos (Alemania, Holanda o Finlandia, entre otros) no lograrían de nuevo el respaldo de sus respectivos Parlamentos. Y teme el impacto de la crisis griega en una zona euro que, según declaró ayer Barroso, "debe elegir entre un salto enorme hacia la integración o el riesgo de desintegración".
Las capitales europeas, en cualquier caso, mantienen la posición más dura y preparan el escenario para demostrar a los griegos que su expulsión de la zona euro sería asumible para el resto del club.
Esos preparativos precipitaron precisamente el acuerdo del Eurogrupo del pasado sábado para el rescate de la banca española en contra de los deseos del Gobierno de Mariano Rajoy, que prefería esperar hasta conocer la valoración de los activos dañados. Pero la táctica parece haber fallado a juzgar por la reacción de los mercados.
El contagio se extendió ayer hasta el punto de que la dicharachera ministra austriaca de Finanzas, Maria Fekter, aventuró que "dado los altos tipos de interés que paga, es posible que Italia también necesite ayuda". El presidente del Gobierno italiano, Mario Monti, calificó sus palabras como "completamente inapropiadas". Pero la evolución de la prima de riesgo parece dar la razón a Fekter (ayer cerró a 475 puntos).