Qué es más caro: desmontar el euro o terminar de montarlo
Hay pocas dudas de que es más barato terminar de crear los mecanismos de buen funcionamiento del euro que afrontar los desastres que se ocasionarían si se decide dar marcha atrás y volver a las monedas nacionales, a las perras gordas.
A casi todos los dirigentes europeos se les ha pasado por la cabeza la pregunta que se plantea en el titular de esta humilde entrada. Las tentaciones de la respuesta son diferentes en función de quién se la haga, por que el coste de desmontar pieza a pieza el mecano que aún está a medias de construir (pieza a pieza será imposible) tiene un coste muy elevado para los países del sur de Europa, mientras que terminar de rematarlo traslada la aportación de los fondos adicionales a los países del norte.
Pero es evidente que volver a la Europa de las monedas locales, a la España de los perras gordas, además de hacerle poca gracia a la población, supondría un esfuerzo económico y financiero brutal, sin contar con las consecuencias de tipo político, social y quien sabe si más allá, hacia el lado oscuro de la historia poco agradecida del continente. Se han hecho cálculos del coste de que un país como Grecia abandonase el euro, y no son cuatro euros, sino cerca de un par de billones, con erosión de la credibilidad de toda Europa que puede elevar el coste por los ataques de los mercados a otros países para incrementar los territorios excluidos.
Como saben los iniciados, sacar a Grecia del círculo del euro sería más un problema que una solución, como aportaría más problemas que soluciones optar por meter en la rueca de los rescates financieros a cada vez más países y cada vez más grandes, porque el mercado amortiza cada decisión de inmediato y abre frentes nuevos con países nuevos. Qué sería de Italia si se rescata a España, que sería de Bélgica si se rescata a Italia, que sería de Francia si se rescata a Bélgica, ... Parece más barato echar cuantoi cemente sea necesario en el chernobil heleno y pagar sus deudas que levantar un muro de cemento para proteger a Europa del contagio si decide abandonar el club.
Por tanto, parece claro que es más barato culminar la catedral. Cubrir aguas de una vez, como dicen en los pueblos con las obras, y no dejar ni una sola grieta por la que penetre la insidiosa vesanía de los especuladores mal pensados. Su una moneda única precisa unidad fiscal plena, unidad financiera plena, unidad bancaria plena y unidad política plena, adelante con los faroles. Ya no se puede esperar a que surjan los problemas para poner solución, proque los problemas ya están aquí, y están erosionando la voluntad unitaria de los europeos hasta el punto de que cada vez más gente, minoritaria todavía, piense que antes vivíamos mejor.
Tiene coste terminar de cerrar el tejado para proteger a Europa de cualquier intento de exclusión ulterior, y exige a quienes se han acostumbrado a vivir del crédito a abandonar lentamente ese procedimiento, además de devolver las deudas, para lograr la solidaridad financiera de los socios. No es nada fácil, porque administrar una cooperativa con 27 miembnros y con jefatura rotatoria es muy complicado y muy lento, mientras que las decisiones económicas del dinero se toman en segundos. Es muy fácil decir más Europa, pero significa ceder más soberanía para lograr que funcione como una sola nacionalidad todo el continente.
Los pasos son muy lentos, pero las lecciones del pasado y del presente aconsejan seguir dándolos. Como dice un viejo zorro de la diplomacia europea, "nunca lo vamos a arreglar, pero tampoco lo vamos a estropear del todo". Sería mucho más caro lo segundo que lo primero.