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La petrolera endurece su política de dividendo para hacer frente a la expropiación de YPF

Repsol convertirá en capital sus acciones preferentes por 3.000 millones

Para hacer frente a la expropiación de YPF y mantener el rating, Repsol quiere reducir a cero su deuda mediante la conversión en capital de sus preferentes (3.000 millones), la venta de activos no estratégicos y autocartera y endureciendo su política de dividendo. Con un pay out de entre el 40% y el 55%, la retribución estará lejos de los 1,16 euros de 2011. La cotización cayó ayer un 7%.

Repsol convertirá en capital sus acciones preferentes por 3.000 millones
Repsol convertirá en capital sus acciones preferentes por 3.000 millones

El presidente de Repsol, Antonio Brufau, aseguró ayer en la presentación del nuevo plan estratégico 2012-2016 que "solo actuando sobre el balance" la deuda de la compañía se puede reducir a cero. El endeudamiento neto de la petrolera es de 6.800 millones de euros, que, sumados a los 3.000 millones en deuda subordinada (o acciones preferentes) y al préstamo al grupo argentino Petersen (de los Eskenazi) de 1.800 millones, que Repsol da por perdido, resulta una deuda total de 11.300 millones.

Para lograr la reducción a cero y, de paso, uno de los objetivos del plan estratégico, que es mantener el rating, la petrolera va a convertir sus acciones preferentes en capital en los próximos tres años; venderá el 5% de autorcartera (la mitad de la participación que adquirió a finales de año a Sacyr), hará desinversiones "selectivas" en activos no estratégicos y endurecerá la política de dividendo. Además, hay que descontar la deuda de 2.000 millones que le correspondían por YPF, la filial argentina nacionalizada el 16 de abril.

Respecto a las preferentes, colocadas desde hace años por los bancos, Brufau señaló que los inversores no están obligados a aceptar: "O cobran sus intereses o las convierten". En cuanto a la nueva política de dividendo, el plan estratégico fija una reducción del pay out (porcentaje del beneficio a repartir) entre el 40% y el 55% y desaparece la promesa de incrementarlo el 10% anual.

En palabras del presidente de Repsol, este era un objetivo modificable cada año y dejó claro que el beneficio por acción "decrecerá" y "no será sostenible" mantener el volumen de este año (1,16 euros por acción). Eso sí, se mantendrá el sistema de script dividend (dividendo flexible). "Será el comité de dirección" el que decida cada año, según Brufau. La Bolsa recibió muy negativamente la nueva estrategia de Repsol, con un derrumbe del 7,17%, hasta los 12,8 euros, que se achacó al ajuste del dividendo.

El problema de estas dos medidas es la dilución del valor que supondrá para los actuales accionistas. El cálculo de la compañía es que, en el caso de que se convirtieran todas las preferentes y que el script sea del 50%, en 2016 la dilución se situará entre el 5% y el 7%.

En cuanto al 5% de la autocartera, dadas las minusvalías que acumula este paquete adquirido a Sacyr (300 millones en estos momentos), la venta se hará a lo largo del año en el momento más adecuado para perjudicar lo menos posible a los accionistas.

Entre desinversiones no estratégicas y autocartera, Repsol espera ingresar hasta 4.500 millones (1.360 millones ya los obtuvo en la venta de un 5% de autocartera a principios de año). Los activos a vender tienen nombres y apellidos, pero no podemos desvelarlos para no "perjudicar la mercancía", dijo Brufau.

En todo caso, el objetivo de deuda cero es un ejercicio teórico, "una imbecilidad", dijo Brufau, dada la necesidad de financiación que requerirán los proyectos, que en parte se pagarán con generación de caja (entre 8.100 y 8.600 millones). El plan estratégico, que "pone el foco" en exploración y producción, prevé invertir en cuatro años 19.000 millones, y alcanzar 500.000 barriles/día, descarta la venta de la participación del 30,01% de Gas Natural o una fusión con ella. Solo se justificaría esta desinversión "en caso de estrés", según Brufau, que añadió: "¿Para qué vamos a vender un activo que genera gran rentabilidad?". También negó cualquier venta de Repsol Brasil, pues sería "pan para hoy y hambre para mañana".

Una cuestión que desató la polémica en la rueda de prensa que la compañía celebró en las instalaciones de su nueva sede social en Madrid, a la que se trasladará el grueso de la plantilla en tres meses, se refiere a las provisiones por el riesgo derivado de la expropiación de YPF, unos 5.600 millones, que incluye capital y la cuenta pendiente de Petersen.

Contablemente son minusvalías, pero, en opinión de Brufau, esto deberán decidirlo los auditores antes del 30 de junio, pues también se trata de una cantidad con expectativa de recuperación, y la que va reclamar en los tribunales internacionales por la confiscación de YPF será, además, muy superior.

"Tengo siete u ocho consejeros delegados"

El presidente de Repsol anunció ayer la nueva estructura organizativa aprobada el lunes por el consejo. La gran novedad es la creación de una dirección general de negocios (COO), que ocupará el actual director de upstream, Nemesio Fernández-Cuesta. Preguntado por qué no le ha nombrado consejero delegado, Brufau respondió que él ya tiene "siete u ocho consejeros delegados", en alusión a los miembros del comité de dirección. "Yo no soy más ni menos, formo parte del grupo". Al frente de la segunda gran dirección creada, la de estrategia y control, estará Pedro Fernández Frial. Y se han incorporado al comité de dirección Josu Jon Imaz y Luis Cabra, directores de exploración y producción y de nuevas energías, respectivamente.A la pregunta de si no piensa rebajarse su retribución a la vista de la devaluación de la petrolera por la crisis argentina, y en línea con el bonus cobrado por "el éxito de Brasil", Brufau dijo que será el consejo quien decida y que la situación argentina no es trasladable a Brasil.

Marca para una nueva etapa

Repsol presentó ayer su nueva imagen corporativa que, aunque ha venido a coincidir con la nueva etapa que afronta sin su filial argentina, estaba ya prevista desde 2011, antes de que se conocieran las intenciones del Gobierno de Kirchner de expropiar YPF. El nuevo logotipo sustituye al diseñado hace una década por Wolf Olins, que la compañía consideraba "superado". El logo, del que desaparece el color azul, es obra de Interbrand.

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