Los flecos del mapa bancario
El baile de fichas que agita el sistema financiero español avanza, aunque con demasiada lentitud, hacia su finalización. La fusión entre Ibercaja y Liberbank, aprobada ayer, creará el séptimo grupo bancario del país, con un volumen de activos de 114.000 millones de euros. La operación supone un importante paso adelante en el marco de la inconclusa reforma financiera y cierra uno de los frentes abiertos que restaban para concluir un nuevo mapa bancario en el que la consigna sea más tamaño y fortaleza. Pese a que la fusión es una muy buena noticia, no despeja del todo el horizonte de incertidumbre que pesa sobre el sector bancario español. En primer lugar, porque se abre una incógnita sobre el futuro de BMN, que no ha sido incluida en esta operación, y que ahora podría verse abocada a forjar una alianza con Kutxabank o Unicaja. A todo ello hay que sumar las dudas que despierta la hoja de ruta de la recapitalización de Bankia, que deben ser despejadas cuanto antes con firmeza y claridad. Es trabajo del Gobierno acometer ambas tareas -poner el broche final a a la reordenación bancaria y gestionar el saneamiento de Bankia- sin que ello suponga estigmatizar o contagiar al resto del sistema financiero. Se trata de una obligación urgente, que se ha acometido tarde, pero que no debería retrasar su punto final.