Apoyo empresarial que Rajoy debe aprovechar
El mundo de la gran empresa española -representado a través del Consejo Empresarial para la Competitividad, ente que aglutina a 17 de las compañías más importantes del país- presentó ayer un exhaustivo diagnóstico sobre la situación económica española y las perspectivas de recuperación que esta puede experimentar en los próximos meses. En contraste con la persistente desconfianza con que los mercados financieros castigan España y con los oscuros vaticinios macroeconómicos realizados por la OCDE, el FMI e incluso la propia UE, los servicios de estudios de las grandes empresas españolas han dibujado una radiografía muy diferente -detallada, sólida y bien argumentada- de lo que España puede esperar a corto y medio plazo en materia de crecimiento. El informe, que supone una verdadera inyección de moral en un momento especialmente crítico, predice una mejora progresiva de la coyuntura económica a partir del tercer trimestre de este mismo año, impulsada por el tirón de un sector exterior cuyo comportamiento a lo largo de esta crisis ha constituido un oasis en medio de un desierto.
Tras recordar que la deuda externa española se sitúa en poco más del 40% del PIB -en línea con la de los principales países de la UE-, el texto apuesta con firmeza por los buenos resultados a corto y medio plazo del paquete de reformas que ha puesto en marcha el Gobierno. Ello supone, en primer lugar, un apoyo a la viabilidad del severo ajuste fiscal que se pactado con Bruselas. Un esfuerzo muy intenso, pero que el año que viene constituirá solo el 50% del realizado este año y que podría verse facilitado por opciones como una venta de activos inmobiliarios del Estado que podría sumar 10.000 millones de euros más. A ello hay que añadir una mejora sustancial del desempleo -que los expertos del estudio rebajan al 17,4% a medio plazo-, un horizonte de absorción del stock de vivienda de en torno a tres o cuatro años y la progresiva culminación del saneamiento del sector bancario, que a finales de 2012 habrá realizado dotaciones por valor del 20% del PIB desde el inicio de la crisis.
El análisis reposado de las cifras y predicciones aportadas por las primeras empresas españolas arroja una conclusión que desde estas páginas hemos reiterado en más de una ocasión: el desproporcionado castigo que los mercados financieros infligen a España, fruto de un percepción deformada del estado real de nuestra economía. La comparación de los ratios macroeconómicos españoles con los de otros Estados de nuestro entorno no explica la desmesurada escalada que ha padecido la prima de riesgo de España, cuyo nivel, según el informe, debería estar en torno a los 150 puntos básicos. Como recordaba ayer César Alierta, presidente del Consejo Empresarial para la Competitividad y presidente de Telefónica, España es un país serio y solvente, tanto en su vertiente pública como en la privada, y ello es la mejor garantía de que la llegada de la recuperación se producirá antes de lo que se vaticina fuera de nuestras fronteras.
Pese a todo, esa percepción exterior persiste y se ha convertido en una bestia negra para la recuperación económica y en un pesado lastre que es necesario soltar cuanto antes. Hacer frente a ese obstáculo -de naturaleza intangible y, por tanto, difícil de eliminar- requiere de una estrategia política firme, dirigida en primer lugar por el Gobierno, pero apoyada por un sector privado cuyo enorme potencial no se puede desaprovechar. Dada la magnífica imagen de solvencia y de éxito que tienen las grandes empresas españolas en el exterior, la iniciativa del Consejo Económico para la Competitividad constituye un activo de extraordinaria importancia para ajustar a la realidad un diagnóstico al que no debemos ni podemos resignarnos. A ello hay que unir una apuesta clara y sin fisuras por infundir confianza también dentro de nuestras fronteras, sin caer en triunfalismos ni en demagogias, pero sin olvidar tampoco la fuerza de unos datos que no justifican el peso que España soporta. El Ejecutivo de Mariano Rajoy debe aprovechar el paso adelante que han dado las grandes empresas españolas en defensa de la economía y ofrecer a los mercados y a las instituciones internacionales el mensaje firme de que España es exactamente lo que es y no lo que otros deciden que debe ser.