La incertidumbre amenaza Grecia
La partida de póquer de 200.000 millones de euros entre Grecia y el resto de la eurozona podría degenerar en una reacción en cadena que ninguno de los jugadores podría controlar. Grecia parece encaminarse hacia unas nuevas elecciones que podrían celebrarse a mediados de junio. La manera en que los partidos políticos describan la situación facilitará el desenlace, ya sea en forma de un compromiso con el plan de austeridad o una catastrófica salida del euro.
Por el momento, los prestamistas del sector público griego no necesitan apretar las tuercas reteniendo los pagos acordados en el último plan de rescate. Aún existe un Gobierno temporal en Atenas y no se ha efectuado ninguna petición oficial para modificar los términos del rescate. Pero asumamos que puede formarse un Gobierno después de las elecciones de junio, algo un tanto generoso. El duro discurso escuchado estos días en Berlín y Bruselas sobre la necesidad para Grecia de cumplir con el plan no debería ser tomado en serio. Estas autoridades, y el Fondo Monetario Internacional, no quieren que la crisis griega vaya a peor. Mucho depende de si François Hollande, nuevo presidente francés, puede conseguir una solución entre la rigidez alemana y las exigencias caóticas de Grecia. Esta sería su primera oportunidad para dar forma a su demanda de un mayor énfasis en el crecimiento.
Pero si no se llega a un acuerdo, y si Grecia reniega entonces de sus compromisos para implementar el plan de rescate, la secuencia de hechos podría desarrollarse rápidamente. Los pagos a Grecia se suspenden, Atenas no paga a sus acreedores públicos, los clientes retiran el dinero de los bancos y el BCE rechaza las garantías de los bancos griegos. El país entonces se encuentra de facto fuera del euro, sin ninguna declaración o decisión formal. No puede pagar por sus importaciones, un apuro doloroso considerando el masivo déficit por cuenta corriente, un 7,4% del PIB previsto para este año. A los líderes políticos griegos les gustaría seguir en el euro sin austeridad. Si se equivocan al convertir la campaña en un referéndum sobre lo que significa la unión monetaria, entonces tendrán austeridad sin euro.
Por Pierre Briançon