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Columna
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España reconoce su problema bancario

Mariano Rajoy se ha plegado a lo inevitable. No debe haber sido fácil para el presidente de España admitir que el maltrecho sistema financiero del país podría necesitar más fondos públicos. Pese a ello, Madrid se prepara para inyectar de 7.000 a 10.000 millones de euros en Bankia, según Reuters. Apuntalar la gran entidad de ahorros es solo el primer paso de lo que debería ser una limpieza definitiva del sector.

Bankia, cuyas acciones han perdido dos quintas partes de su valor desde su oferta pública inicial en julio pasado, fue señalada recientemente por el FMI como una amenaza potencial para la estabilidad financiera. Su presidente, el exdirector del FMI, Rodrigo Rato, ha dejado paso al ex consejero delegado de BBVA, Ignacio Goirigolzarri.

Cualquier plan de rescate va a ser complicado por la estructura de Bankia. El banco es propiedad de BFA en un 45,5%, una entidad con problemas que, a su vez, pertenece a un grupo de siete cajas de ahorros. Cualquier solución para Bankia también debe involucrar a BFA, que ya ha recibido 4.500 millones de euros del Estado en forma de acciones preferentes.

Una posibilidad sería que el Gobierno inyectase capital en forma de deuda convertible contingente. Eso parece extraño: los bonos cocos han sido diseñados para proporcionar un margen de capital adicional mediante la conversión en acciones en momentos de estrés -pero Bankia ya está con problemas-. Usar los cocos podría limitar la dilución que una inyección directa de capital podría tener para los actuales accionistas del banco, dado que la capitalización de mercado es ahora de solo 4.900 millones de euros. Pero el Gobierno también tendrá que convencer a los inversores de que el plan es lo suficientemente sólido. Según las estimaciones de Nomura, Bankia podría necesitar entre otros 8.000 a 14.000 millones más para insolvencias en un escenario de estrés.

Bankia puede ser el problema bancario más llamativo de España, pero no es el único. Barclays estima que las entidades del país -Bankia incluida- podrían necesitar más de 100.000 millones de euros de capital en caso de estrés muy severo. Un rescate a esa escala todavía sería teóricamente asequible: incluso si el Gobierno pusiese todo el capital, el pico de la deuda en 2015 seguiría siendo inferior al 100% del PIB. Lo que está claro es que, después de varios intentos fallidos, España no puede permitirse más reformas a medias.

Por Fiona Maharg-Bravo

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