El último romántico del fútbol
Tan difícil como ganar y mantenerse es saber irse. Y el entrenador del Barça se va por la puerta grande, agotado tras lograr una histórica serie de éxitos.
Puede despedirse del Barcelona sumando una victoria más a su intachable currículo, la Copa del Rey, en caso de vencer al Athletic. Es lo único que podrá ganar esta temporada (junto al Mundial de Clubes, la Supercopa de España y la de Europa) Pep Guardiola (1971, Santpedor, Barcelona), tras haber sido eliminado en semifinales de la Champions y tras haber renunciado a ganar su cuarta Liga el pasado fin de semana después de perder contra el Real Madrid. Este viernes anunció, con una expectación propia de una estrella de Hollywood, que dejará de ser entrenador del FC Barcelona.
El estrés ha vencido a uno de los entrenadores más reconocidos del fútbol mundial. En cuatro años ha tocado el cielo con un equipo al que ha dirigido con más aciertos que errores, con el que ha creado escuela y con el que hasta ahora ha conseguido 619 goles y 13 títulos. Pero sobre todo ha logrado el triunfo más importante, según reconoció el presidente del club, Sandro Rosell, el "campeonato del orgullo", el que no irá a la vitrina de trofeos. Guardiola ha sabido impregnar a todo el vestuario y por contagio, a la afición, de un sentimiento de orgullo de pertenencia. Esta semana cuando los culés cayeron derrotados ante el Chelsea, despidiéndose de la Liga de Campeones, el Camp Nou aplaudió y coreó su nombre a rabiar.
No importaba la derrota, en el ambiente ya se sabía que el entrenador preparaba su despedida y la afición quiso rendirle un homenaje. Lo tenía decidido desde el mes de octubre, según avanzó en la última rueda de prensa, donde aprovechó para pedir disculpas por "la incertidumbre" generada por su posible continuidad. "Es un error que asumo", dijo con la humildad que siempre le ha caracterizado en sus intervenciones en público, y reconociendo que un periodo de cuatro años, lo que para cualquier profesional es un plazo razonable para consolidar un proyecto, para él es una eternidad. Aunque muchos barruntaban que no continuaría dirigiendo al vestuario blaugrana, supo guardar su secreto hasta el final. "Sabía que el final de mi etapa estaba cerca pero no podía comunicárselo a los jugadores". Sería negativo para ese papel aglutinador que se espera de un director de orquesta
Reconoce, como Horta-Osório cuando dejó unos meses el Lloyds, que está agotado y necesita descansar
Durante estos meses ha rumiado en soledad esta decisión, que ha podido pesar en los resultados conseguidos por el equipo esta temporada. "Ya no puedo dar más, no por capacidad, pero la presión era fuerte. Cada partido damos el máximo", aseguró ante un auditorio en el que se encontraba parte del vestuario, Piqué, Fàbregas, Busquets, Pedro, Xavi, Iniesta, Puyol... Faltaba la estrella, Messi, que según contó a través de las redes sociales, prefirió evitar la "emotividad" del momento. Y para ellos fueron las palabras más afectivas, dentro de un discurso sereno, medido y alejado de toda improvisación. A ellos agradeció la dedicación, los logros conseguidos y "los millones de jugadas imaginadas que supieron convertir en realidad".
A Pep Guardiola le ha sucedido como al ejecutivo estrella de la City londinense y primer ejecutivo del Lloyds, António Horta-Osório, que tuvo que abandonar el banco temporalmente por agotamiento. "Me voy para recuperarme. Podría haber seguido pero tengo la sensación del deber hecho y orgulloso de haber estado ahí", explicó. La discreción siempre ha sido una cualidad que el míster ha sabido manejar con destreza, pero también las dudas. Es un profesional que deshoja constantemente la margarita. Durante meses se ha hablado de su posible marcha pero jamás dio una pista. Ahora se comenta que podría entrenar en el fútbol inglés. Se lo pensará. Como ya lo hizo cuando Joan Laporta, que le fichó como entrenador, dejó la presidencia del FC Barcelona, y no tenía claro si encajaría con la nueva directiva, liderada por Sandro Rosell, con el que parece que no tiene ningún feeling. Aunque el estilo que adoptó Laporta, durante el último periodo de mandato, se alejaba de los cánones de elegancia y saber estar de Guardiola, este siempre le guardó lealtad.
Se marcha de su casa, en la que ha jugado y crecido profesionalmente, convertido en un mito, pero como entrenador sigue siendo una incógnita. En su haber tiene el mérito de haberle devuelto al fútbol una visión romántica pero muy competitiva, de buenos modales y elegancia, con un estilo de juego muy bien definido, pero también pesa la duda de saber cómo se defenderá en otro equipo que no sea el de sus colores. Es ahí cuando, apuntan los expertos, se verá el verdadero talento de Guardiola para dirigir equipos. Si es o no un verdadero líder.
Se lleva el aplauso y la entrega absoluta de una afición rendida, a la que este viernes se le partió el alma con su marcha. En su nuevo destino profesional tendrá que ganarse el reconocimiento de un equipo y de unos seguidores, que por lo menos esperan que repita los logros cosechados anteriormente.
La elección del nuevo entrenador del Barcelona, su mano derecha, Tito Vilanova, es un arma de triple filo. Si gana, habrá quien le atribuya parte del mérito a Pep, pero también habrá quién piense que el talento de este se debía a su segundo. Si Tito pierde, se trasladará la presión a los jugadores porque se dirá que cuando se les ha ido el maestro no son capaces de vencer. Para el Real Madrid, habrá quien quite mérito a sus victorias (ya no está Pep), y si el Barça gana, algunos dirán que los blancos pierden contra el segundo de Guardiola. El listón está muy alto.