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Postal desde un país sin periódicos de papel

¿Se puede vivir sin periódicos de papel? Pues sí. Pero con bastante desazón, según compruebo en Luxemburgo. Al menos, si perteneces a una generación que ha crecido con esa "droga" diaria.

"El domingo lo pasé mal, la verdad", me comenta un español que reside en la capital del Gran Ducado desde hace casi 20 años. El motivo es que desde hace unos días ya no llega a los kioskos y librerías de Luxemburgo ningún periódico español.

El último en distribuirse ha sido El País. Y según me comentan en las tiendas donde pregunto (en el aeropuerto y en el distrito europeo), la distribución se ha suspendido de manera indefinida.

Luxemburgo se convierte así en la primera, o una de las primeras, capitales de un país europeo en la que no se vende prensa española en papel. Y eso que la ciudad cuenta con una importante colonia española, pues es la sede única de varias instituciones europeas (Tribunal de Justicia, Tribunal de Cuentas, Banco Europeo de Inversión) y compartida de otras tantas (Comisión, Parlamento y Consejo).

Hace unos años todavía llegaban los principales diarios nacionales (El Mundo, ABC, La Vanguardia y El País). Pero poco a poco todos han ido cancelando el envío, incluso de las ediciones europeas que se imprimen en algún país vecino.

Todo un símbolo de la evolución del sector de la comunicación y de la actual coyuntura económica. Y aunque era previsible, me llama la atención el impacto en la población local.

No hay conversación con españoles en Luxemburgo en la que no salga el tema. Y no se trata de la añoranza del emigrante, porque son expatriados aparentementte adaptados (y felices) al país donde viven; con acceso a otros periódicos porque hablan con naturalidad varios idiomas; y familiarizados con Internet porque el ordenador es su herramienta diaria.

Aún así, me cuentan compungidos el pequeño drama que ha supuesto la desaparición de sus vidas de la información española en papel. Algunos añoran su suplemento literario preferido. Otros intentan recomponer sin éxito la edición completa a partir de las versiones digitales. Para ella los domingos no tienen sentido "sin mi columna de Manuel Vicent".

Recurren a las plataformas de distribución digital (Kiosko u Orbyt) para recuperar el trazado y la jerarquía de la perdida edición. Pero echan de menos el tacto, el olor y, por qué no, hasta las manchas que dejaban las noticias en papel. Y no sirven de consuelo ni los maravillosos parques de la ciudad ni el melancólico arco iris que luce en esta agitada primavera.

"Tendrás que enviarnos el periódico desde Bruselas", me sugiere una española que tras muchos años fuera de su país sufre, quizá por primera vez, la falta irreemplazable de un producto nacional.

Foto: Arco iris sobre Luxemburgo (B. dM. 24 de abril 2012).

Postales anteriores: Madrid; Atenas (Grecia); La Restinga (El Hierro); Wroclaw (Polonia); Vila Nova de Cerveira (Portugal).

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