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Hambre para hoy, y hambre para mañana

Dentro de la escala de malas decisiones, también hay grados. Los recortes de gasto traen como consecuencia menos crecimiento y más paro. Siempre. Es una medicina de aplicación costosa y, en la situación actual de España, de dudosa eficacia sobre la sangría de dinero extranjero.

La cosa empeora si, además de los efectos secundarios en el corto plazo, la medicina agrava la enfermedad en el largo. Y eso es lo que ocurrirá, o debería ocurrir, tras meter la tijera sin compasión sobre investigación, educación y universidad. El siguiente gráfico, publicado por la revista Science, ilustra el gasto en I+D en España. No hace falta decir mucho más.

Con la entrada en el euro, España dio el paso histórico de colarse por primera vez en el corazón de Europa. Pero, al tiempo, perdió una oportunidad única, al no aprovechar esta coyuntura (principalmente dinero barato) para hacer algo productivo. No vamos ahora a comentar otra vez los efectos de que tu economía dependa totalmente de construir casas que ya se verá si se habitan algún día. La cuestión hoy es que, por alucinante que parezca, no hemos aprendido lo que significa estar en Europa.

Tradicionalmente, España había ido capeando las sucesivas crisis económicas con devaluaciones cíclicas de la peseta, mediante las que nuestra economía recuperaba la competitividad exterior en etapas inflacionistas. Ya no existe esta posibilidad. Ya no se pueden arreglar los problemas de un día para otro, ni podrá ser así en el futuro. Tampoco habrá una nueva oleada de dinero barato, porque no podemos reentrar en el euro. Y, al igual que el desastre de hoy es consecuencia de las malas decisiones de ayer, la España de mañana dependerá de las decisiones que se tomen hoy. 

Con menos profesores, y en igualdad de condiciones, los alumnos de primaria y secundaria estarán peor formados. Sin dinero para educación infantil, más personas tendrán que dejar de trabajar si quieren criar hijos. Con tasas universitarias más caras, se aplica en la universidad un criterio de selección en función de la renta, lo que obviamente dejará fuera del sistema a buenos alumnos con poco dinero. Además, los profesores universitarios que no investigan tendrán más carga docente (con lo que seguirán sin investigar) y, entre el alza de tasas y las nuevas cargas de trabajo, se frenará cualquier renovación de los claustros de profesores.

Respecto a la investigación y desarrollo, España actualmente registra una patente por cada 24 que registra Alemania o cada ocho que registra Francia. En el futuro seguramente este ya no sea un país tercermundista en investigación... porque muchos de los países del llamado tercer mundo ya nos habrán adelantado. Quizá sean el destino de los mejores cerebros españoles, que lógicamente elegirán dónde desarrollar mejor sus aptitudes.

El dinero, mientras, se dedica a otros menesteres. Y no hablo de la financiación de ladrillos tóxicos que, con toda seguridad, tendrá que acometer el Gobierno salvo rescate europeo. Ya hace tiempo citamos síntomas como la demolición del Centro de Investigación Príncipe Felipe en la misma Valencia que acoge carreras de coches, barcos, motos y lo que haga falta. Aquello era un detalle, un síntoma.

Hoy, en los presupuestos de los grandes recortes, está  el AVE a Galicia, 4.400 millones de euros presupuestados solo para este año (elecciones gallegas en 2013). Está la deducción por vivienda, 6.000 millones al año, pagaderos todos los años, para que los precios de las casas siguen muy por encima de mercado. Están las deducciones a planes de pensiones, cuya industria depende bastante más de la subvención pública que la del cine. Y, mientras, planea sobre el litoral una reforma de la ley de costas "para compatibilizar crecimiento y protección ambiental", como dijo el ministro Cañete. Como si hubiera poco hormigón en la costa española. 

Obviamente, siempre hay contraargumentos. La subida de las tasas será mayor para los repetidores... De poco sirve eso si quien estudia y no tiene dinero tampoco accede a becas. La educación no depende del gasto educativo... Pero difícilmente los alumnos aprenderán más si sus profesores son menos, están peor pagados y, sobre todo, han recibido el mensaje de que la educación pública solo sirve para cuadrar la hoja Excel de los gastos. El tajo a la investigación, por otra parte, es especialmente duro en los proyectos competitivos de investigación básica, donde el recorte es del 38%, como cuentan en Nada en Gratis

La ligereza con la que se plantean los recortes la ilustra el ministro Wert, proponiendo un viernes una comisión de expertos para analizar la situación de la universidad (utilizando argumentos de peso como que los alumnos hacen Erasmus en Italia) para, al viernes siguiente, publicar un Real Decreto. ¿Y los expertos?

Hacer recortes es, lo sabemos todos, prácticamente inevitable. Pero no todos los recortes lo son. Y está en la mano del Gobierno elegir dónde quiere meter la tijera. Qué líneas rojas quiere cruzar y cuáles no. Si quiere fijarse en qué hacen bien Alemania, Suecia o Estados Unidos o si prefiere competir con Túnez en el precio de los paquetes turísticos y con Bulgaria en costes salariales.

Ahorrar precisamente en los apartados que pueden hacer que en un futuro crezca la productividad de nuestra economía y, al tiempo, fomentar actividades de baja productividad traerá como consecuencia, evidentemente, que la productividad seguirá siendo inferior a la de nuestro entorno, que es el euro. Y tocará arreglar el problema con... Han acertado, una reforma laboral, para abaratar costes. Porque hemos vivido por encima de nuestras posibilidades.

Música contra la crisis, Pearl Jam, State of Love and Trust

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