La banca española pena en el BCE y la alemana saca partido... ¿o no?
Se puede mirar la prima de riesgo, la muy distinta evolución de las Bolsas o incluso las horas de sol. Pero la conclusión será la misma: Europa se ha roto en dos durante esta crisis y la banca española está en la parte perdedora. ¿Y la alemana? Las dudas sobre la capacidad de gestión de su banca empiezan a aflorar.
El oxígeno en altura supone la diferencia entre la vida y la muerte. En el bar de la esquina, solo una forma de añadir diversión a la fiesta. La parte de la jarana está reservada últimamente para la banca alemana; la española, mientras tanto, escala el Everest.
De ahí que las megasubastas de liquidez a largo plazo del Banco Central Europeo (BCE) sean el alimento que permite sobrevivir a la banca española; cada vez más. Y a la italiana. Pero para las menos atacadas instituciones financieras de los países del centro y norte de Europa la situación no puede ser más distinta. Si el BCE pone en su plato dinero barato que no tienen que devolver hasta dentro de tres años, ¿por qué renunciar a ello aunque no lo necesiten? Allí van, aunque solo para devolverlo, junto al resto de la liquidez que atesoran, a la caja fuerte del banco central.
La situación no era un secreto para nadie, pero solo cuando salen los datos específicos de los supervisores nacionales referidos a las apelaciones de la banca de los países con problemas al BCE se ve a las claras la magnitud de la realidad. Los últimos que han salido son del Banco de España e incluyen ya totalmente el efecto de la última megasubasta de liquidez del BCE. Con los datos a marzo, estas cifras dicen que la banca nacional acaparó el 28% de los préstamos brutos de fondos a largo plazo del Banco Central Europeo, más de 315.000 millones sobre un total de 1,1 billones.
Pero esa no es la parte más relevante. Al margen de quién fuera o no a la subasta, otra imagen de la situación particular de cada país la da el saldo neto de préstamos del Eurosistema a los bancos de cada nación. En estos momentos, el BCE tiene prestados 361.695 millones netos a toda la banca de la zona euro. Lo llamativo es que el saldo deudor de las entidades financieras nacionales es de 227.600 millones y las italianas deben incluso más.
Eso significa que si se suma el saldo español e italiano, los bancos de estos países deben más de lo que ha prestado el BCE a toda la eurozona. Puesto que eso es una incongruencia, la explicación hay que buscarla más en las actuaciones que en las cifras. Y es que el saldo neto de préstamos es una resta entre lo que piden los bancos y lo que luego estos devuelven (prestan) al BCE para que se lo guarde en una especie de caja fuerte que remunera solo al 0,25%. España tiene poco dinero en esa hucha (88.742 millones) e Italia, casi nada.
¿Qué significa eso? Que si la banca española e italiana fue a la subasta de liquidez a tres años del BCE es porque lo necesitaba, porque lo está usando para atender vencimientos o para comprar deuda soberana de su país (que, en ambos casos, también lo necesita). Entonces, ¿quién ha ido para devolverlo? Los bancos alemanes, sobre todo, y en menor medida también de otras naciones de Europa que gozan de mejor salud.
Esta actuación implica dos cosas: la banca alemana está acaparando por si vienen malos tiempos y, además, no presta a otros bancos del sur de Europa el dinero que tiene, porque no se fía. Eso sí, tampoco lo está inyectando en la economía real.
Pero lo cierto es que eso no tiene por qué ser bueno ni demostrar tanta salud como parece. Fuentes del mercado financiero han comenzado a cuestionarse la calidad de una gestión que se está llenando de efectivo, pero que es incapaz de sacarle rédito, entre otras cosas porque la cuenta abierta en el BCE para depositar seguros estos fondos (la facilidad de depósito) renta solo un 0,25%. "¿Tienes un banco y tu negocio consiste en prestar dinero al BCE a ese precio? Puede que en España haya habido préstamos equivocados, pero al menos el dinero llegaba a la economía real", dice una fuente del sector.
El problema es que a Alemania le llega dinero por varios frentes. Primero, de las 800 entidades que acudieron a la segunda megasubasta del BCE, a finales de febrero, más de la mitad eran alemanas. Fuera por miedo al porvenir o por incapacidad de hacer un cálculo fino, la banca germana fue en masa a la convocatoria. Además, le está entrando dinero atraído por su condición de puerto seguro. El resultado es mucha liquidez, pero mover fondos no sale gratis y si todo lo que se obtiene es un 0,25% de rentabilidad en el BCE el negocio puede ser ruinoso.
Los expertos tienen claro que la situación solo se normalizará cuando el dinero vuelva a fluir. Mientras perviva la desconfianza, la liquidez del BCE seguirá siendo como oxígeno en el Everest para la banca de la llamada Europa mediterránea. Pero resulta que tampoco para Alemania está siendo un camino de rosas.