El primer 'tarifazo' de Soria
La reforma del sector energético que ha comenzado a poner en marcha el ministro de Industria, José Manuel Soria, nace entre extrañas sensaciones. Con más críticas que aplausos. Con subidas del precio de la luz y una notable vuelta de tuerca a la rentabilidad de las eléctricas. Es cierto que enfrentarse a un astado con la capacidad de embestida del déficit de tarifa no es sencillo. Y más cuando a esta tarea se le suman los fallos del Tribunal Supremo poniendo patas arriba, entre otras cosas, el sistema de formación de la tarifa de la luz. Pero también es cierto que las primeras medidas adoptadas por Industria han logrado, sobre todo, despistar. Y muy especialmente a las compañías, que argumentan una y otra vez que se han tomado de manera unilateral, sin el más mínimo resquicio para el diálogo cuando en reformas que afectan a otros sectores -léase el financiero-, los contactos han estado al orden del día. Soria tiene entre manos una tremenda responsabilidad. La reforma que pilota debe ser -junto a la financiera, la laboral y la de las administraciones públicas- uno de los ejes en torno a los que gire la recuperación de la economía española. Si se acerca a ella de una manera más demagógica que real puede poner en peligro futuras inversiones, crédito internacional y puestos de trabajo.