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Garrigues, Entrecanales, Botín y Villar Mir son vecinos en este discreto rincón de Cádiz

Una exclusiva urbanización que resiste

Una exclusiva urbanización que resiste
Una exclusiva urbanización que resiste

Medio siglo después, Sotogrande se mantiene firme. Las grandes y elegantes fortunas nacionales, pero también internacionales, tienen casa o un pedazo de terreno en esta exclusiva urbanización. Las familias Garrigues, Entrecanales, Botín, Vallejo-Nágera, Villar Mir, Mora Figueroa, Benjumea, Domecq o González Byass, además de empresarios holandeses, ingleses, gibraltareños, aristócratas, alguna modelo, jugador de fútbol o presentadora de televisión, forman parte del censo de las más de 1.800 hectáreas de Sotogrande, famoso también por sus campos de golf y canchas de polo. El complejo cuenta con 4.500 viviendas: 2.000 en la zona de la Marina Puerto y 2.500 entre mansiones y residencias de corte más discreto.

Y son precisamente la familia, el deporte y la seguridad los pilares sobre los que se sostiene esta exclusiva urbanización de Cádiz. Fundada en 1962 por el coronel y empresario estadounidense Joseph McMicking, en una tierra fértil donde los montes andaluces y el río Guadiaro miran al Mediterráneo, sigue siendo un punto de encuentro para aquellos que buscan sobre todo discreción. "No es un lugar para exhibirse ni para los especuladores. Aquí quien compra una casa es para disfrutarla, no se compra para especular", explica Michael Norton, director comercial y de marketing de Sotogrande, la división inmobiliaria de NH Hoteles.

A pesar de que la primavera empieza a brotar, en esta zona, donde el agua no escasea por la alta pluviosidad, no son buenos tiempos para Sotogrande, que acaba de resolver un expediente de regulación de empleo (ERE) sobre 46 de los 250 empleados, el 18% de la plantilla, que trabajan en la gestión hotelera, de campos de golf y promoción inmobiliaria de la firma. La compañía ha justificado los despidos por causas económicas: perdió 31,6 millones de euros en 2011, frente a los 21,1 millones del anterior ejercicio.

Norton es un ejemplo de este estilo de vida y de un dresscode "juvenil y desenfadado", alejado, a pesar de la cercanía física, de los brillos y el exhibicionismo de Marbella. En Sotogrande prima la discreción de los clubes privados británicos, todo es de puertas hacia adentro. A este lugar, este ejecutivo llegó de la mano de sus padres, que en los años sesenta adquirieron una casa en la zona baja de esta urbanización, donde se agrupan las propiedades de los primeros residentes. Fue en 1995 cuando Norton, de 48 años, decidió instalarse definitivamente con su esposa para criar a sus hijos. "Es un magnífico sitio para vivir en familia. Muchos empresarios de Gibraltar están comprando casa aquí porque quieren educar a sus hijos en este ambiente", señala este ejecutivo, que se ha convertido en el mejor embajador de este rincón del sur.

Aunque la mayoría de las viviendas son utilizadas como segunda residencia, hay familias que se han trasladado a vivir a este lugar. Un gran reclamo es el colegio Sotogrande International Schools, que acoge a niños de 32 nacionalidades y tiene lista de espera, sobre todo para las edades de entre siete y ocho años. Los precios van de los 3.000 euros al año para los más pequeños a los 18.000 euros del último curso, previo a la universidad. La tranquila vida en Sotogrande, al menos la pasada semana (la cosa cambia cuando llega Semana Santa o el verano), solo se veía interrumpida por el trajín de los coches (Mercedes, Maserati, Aston Martin, Porche...) a primera hora de la mañana y de la tarde en la puerta del colegio. El paseo entre las mansiones de la colina es entretenido. Michael Norton y Reyes Macías, directora de marketing de Sotogrande, saben quién vive en cada esquina. A un lado está la casa de un ejecutivo holandés que con 32 años adquirió un terreno y ha levantado una edificación de 2.000 metros cuadrados. Un poco más allá hay una espectacular vivienda de cristal, propiedad de un empresario de Madrid, con una roca próxima, cuyo dueño prohibió quitarla porque en ella anidan las águilas.

Un inglés, jubilado de la City londinense, ha montado un curioso jardín con plantas autóctonas. En el camino se ve a alguna pareja, de origen inglés o ruso, viendo parcelas. "El mercado español sigue siendo el más importante, pero también estamos atrayendo a ciudadanos de Bélgica, Holanda y países escandinavos. Si la libra mejora, tendremos a más ingleses de aquí a dos años", señala Norton. De Rusia también proceden clientes interesados -"y educadísimos, nada que ver con la mala fama que tenían hace años", aclara Norton- en comprarse una residencia en Sotogrande. Recientemente se han vendido 20 unidades a ciudadanos sudafricanos. "Y los alemanes, cuando esta crisis amaine, volverán. Hace unos años, de cada 15 posibles clientes uno acababa comprando aquí, ahora es uno de cada 60", dice el director comercial de la urbanización.

Para quien lo desee, quedan viviendas a la venta. Sobre una atalaya natural se eleva el conjunto Las Cimas de Almenara, con vistas a uno de los cinco campos de golf, compuesto por 18 casas y con el mar en el horizonte. Los precios oscilan entre los 695.000 euros y los 800.000 euros, a los que hay que añadir el IVA. En la zona del puerto -conviene advertir que Sotogrande no dispone de una envidiable playa como en el resto de Cádiz- se encuentra el complejo Ribera del Marlin, propiedad, al 50% con Sotogrande (que se encargó de la construcción y de la venta), del fundador de Inditex, Amancio Ortega. De 198 apartamentos quedan disponibles 86 viviendas, a partir de 388.000 euros más IVA. También quedan parcelas de entre 2.500 y 11.000 metros cuadrados. "No conozco otro lugar en el mundo como este", dice Norton.

Golf, polo y 7.000 de euros de IBI

Sotogrande lo sostiene también la clase media, asegura el director comercial de la zona, Michael Norton. "Pero si se suben mucho los impuestos, se acabarán marchando". Sirvan como ejemplo los siguientes datos que ofrece este ejecutivo: el impuesto de bienes inmuebles (IBI) "se ha duplicado", por una vivienda de 1.000 metros cuadrados con parcela de 10.000 metros cuadrados se pagan unos 7.000 euros.El recibo de la comunidad de una parcela de 3.000 metros cuadrados sale por 2.000 euros anuales. En cambio, el de una vivienda con servicios generales compartidos, jardinero, gimnasio y piscinas, es de 600 euros al mes. Uno de los grandes atractivos de esta urbanización, además de la seguridad, "se graban todas las matrículas de coche que traspasan la barrera de control", son las instalaciones deportivas.La vida en Sotogrande discurre por grandes avenidas, cuenta con un puerto deportivo, dos clubes de playa (el Cucurucho es de lo más concurrido en verano), cinco campos de golf, once canchas de polo de primer nivel, pistas de tenis, pádel y centro hípico. Hay una amplia zona comercial con todo tipo de supermercados. Y un punto de encuentro social, el restaurante Ke, famoso por sus ensaladas y al que muchas mañanas acude, en barco, eso sí, algún famoso jinete a desayunar.

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