"Es importante que el producto sea honesto"
La publicidad debe usar todos los canales posibles para llegar al cliente, según el creativo, aunque al final lo importante son las historias
Su última gran campaña ha dado de qué hablar: contribuyó decisivamente a que estas Navidades se vendieran 15.000 cajas de cartón... ¡vacías! "Creamos unas cajas que contienen un kilo de Te quiero, 775 abrazos, un millón de mimos Todo lo que recaudamos fue al Hospital San Juan de Dios". Fundador y director creativo de la agencia de publicidad Seisgrados, Daniel Calabuig (Valencia, 1973) es un firme defensor de las buenas historias.
¿Cuál es la filosofía de Seisgrados?
"Cada vez es más difícil hacer llegar un mensaje. Por eso hay que lograr la atención de los clientes"
Tratamos de atraer a un público objetivo en lugar de perseguirlo. Lo difícil es hacer un anuncio que, además de poder ponerlo cuando se emiten los programas que ve todo el mundo, si se cuelga en Youtube la gente vaya a verlo. Buscamos ideas que sean capaces de crear una audiencia. Una manera de medirlo es ver cómo funciona en internet, porque ahí no tienes la capacidad de interrumpir al público y calzarle un spot. Esos consumidores van ahí porque les gusta, porque les atrae algo.
¿Qué límites se ponen en la elaboración de campañas?
No trabajamos para los partidos políticos. Pero lo que es muy importante es que el producto o marca para la que estás trabajando sea honesto. A nosotros nos cuesta mucho trabajar con un refresco que no tiene burbujas y decir que sí las tiene. No hay mejor forma de hundir un producto malo que hacer una buena publicidad.
¿Hasta qué punto se tiene que ser convencional en una campaña para no aturdir al consumidor? ¿Dónde se pone el límite?
La publicidad, a fin de cuentas, se basa en trasladar una historia a la audiencia. Para ello, el primer paso es conseguir la atención de alguien. Eso se puede lograr a través del fondo o del contenido. Un buen ejemplo es The Artist: sorprende que hoy en día alguien lance una película muda, como en los años veinte, y consiga captar tu atención y tenerte hora y media pendiente. La forma es anticuada, pero funciona. Así que las dos cosas sirven. A largo plazo, sin embargo, creo que el contenido es lo que perdura. Porque siempre saldrá una forma nueva que haga olvidar la última.
¿Cómo se levanta o se le da la vuelta a una marca?
Los neurólogos dicen que en el cerebro tenemos las denominadas neuronas espejo. Son las responsables de que tendamos a hacer lo que vemos: si un primate bosteza, el otro también. Si ponemos una chica guapa al lado de un producto, inevitablemente asocias las dos cosas. Esa es la base: la marca en sí tiene una historia que contar y la publicidad se encarga de transmitirla, de una o varias maneras. Por ejemplo: consume este desodorante y serás irresistible. Los productos que no tienen historia ya son más difíciles. Las historias son la mejor forma que tenemos los humanos de conectarnos unos con otros. Las necesitamos, y nos las pueden proporcionar amigos, familiares, pero también anuncios.
¿Está todo inventado ya en publicidad?
Creo que cada vez es más complicado hacer llegar un mensaje. Por eso nuestra filosofía es hacerlos atractivos. Una cosa es empujarte un mensaje desde una serie o un periódico y otra crear una aplicación para móvil, o un evento, o un vídeo que te llame la atención. Creo que las posibilidades son casi infinitas.
En este sentido, ¿la variedad de canales está complicando o facilitando la vida a los publicistas?
Si quieres contar una historia, desde la publicidad lo que hay que hacer es pensar cómo hacerla llegar, porque lo que ya no tienes es a todo el mundo sentado ante un aparato haciéndote caso. A lo mejor debes planearla para contar parte de ella en Facebook, otra parte en la calle, otra en la tele, etc. El término que más se utiliza ahora es narrativa transmedia, fenómeno que ya se está aplicando en Hollywood: películas con libro, videojuego, cómic, etc. El reto está en ver cómo se pueden usar creativamente los medios para contar esa historia. Quizá cada medio nos pueda aportar una cosa específica. Las campañas se tienen que definir en función del nivel de implicación que tenga la gente.