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Columna
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El regateo del déficit no es la cuestión

La postura desafiante de Mariano Rajoy ha funcionado, al menos en parte. Después de que el presidente español cambiara unilateralmente el objetivo de déficit para 2012, los ministros de Finanzas de la eurozona le han dado un cierto margen de maniobra, al menos mientras mantenga el objetivo de reducirlo al 3% del PIB para 2013. El compromiso permite a ambos salvar la cara, por ahora.

Rajoy causó malestar en Europa declarando que España tendría un 5,8% de déficit en 2012, por encima del objetivo original del 4,4%. Su postura era razonable: el nuevo Gobierno llegó al poder con un déficit del 8,5% en 2011, 2,5 puntos por encima del objetivo. Además, el entorno económico ha empeorado. Mientras, España continúa recortando su déficit estructural en el 1,5% acordado, incluyendo la desviación de 2011. El problema fue que Rajoy no lo dijo de forma muy diplomática.

El nuevo objetivo del 5,3% no parece muy científico. Significa que España tendrá que encontrar otros 5.000 millones de ahorro o de incremento de impuestos, añadidos a los cerca de 35.000 millones que el Gobierno ya había perfilado, e incluyendo los 15.000 millones ya previstos.

Pero el tira y afloja para 2012 no es lo más importante. El presupuesto de este año es solo un paso previo hacia 2013. España ha mantenido su compromiso de alcanzar el objetivo del 3% para el año que viene, lo que parece difícil. Los economistas apenas prevén crecimiento alguno para 2013, después de una caída del 1,3% del PIB en 2012.

Para cuadrar los números, España tendrá que hacer frente a batallas políticas en medidas como despidos en las empresas públicas, o recortes en servicios básicos como la educación y la sanidad. Estas son responsabilidades de las comunidades autónomas. Una subida del IVA parece inevitable. El nuevo Gobierno tiene una mayoría absoluta en el Parlamento y un mandato para tomar decisiones duras. Una victoria en las inminentes elecciones en Andalucía le daría a Rajoy un ímpetu renovado. Lo necesitará.

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