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Columna
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Glencore entra en la carrera por Viterra

Parece que a Ivan Glasenberg le gustan los acuerdos difíciles. El presidente ejecutivo de Glencore sigue intentando convencer a los accionistas de Xstrata de una fusión de 90 millones de dólares con la minera. Pero también está en el mercado por una menor pero no menos retadora compra, la de la canadiense Viterra.

La agricultura es una parte cada vez más importante de Glencore. La compra de Viterra tendría un sentido estratégico. Los activos son atractivos, y la esperada liberalización del mercado de trigo canadiense en agosto hacen que el acuerdo sea oportuno. Como con Xstrata, la lógica aparente sería derivar la producción de la empresa objetivo a través de la maquinaria comercial de Glencore, dando a la firma un mayor alcance para explotar las ineficiencias del mercado de materias primas alrededor del mundo.

El precio negociado parece correcto. Glencore propondría una oferta de 5.500 millones de dólares. Añadiéndole la deuda neta, representará un valor total de 9,3 veces el ebitda esperado para 2012, en línea con otros acuerdos agrícolas recientes.

Pero si Glencore procede con la compra, sería difícil que no entrara en una puja. El final previsto del monopolio del mercado del trigo y la cebada de Canadá ha despertado un interés internacional en el sector. A Cargill, con un 13% del grano canadiense, le puede apetecer la oportunidad de absorber a su mayor rival. También podría extraer más sinergias que Glencore, cuya cartera agrícola actual se encuentra fuera de Canadá.

Un reto mayor es la política. Mientras que la transacción representaría apenas el 13% del valor de mercado de Glencore, sí sería apreciable por otras vías, como doblando los ingresos procedentes de materias primas agrícolas o con el 45% de las entregas de grano de Canadá. Si Glencore tiene una ventaja relativa, solo puede ser que sea visto como un comprador menos problemático que sus rivales.

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