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Aquí paz y después, gloria, señor Zapatero, señora Salgado

Hoy esperaba yo un merecido viaje de los mercados financieros a la deuda española, como correspondería a un país que ha engañado a todo el mundo con sus cifras de déficit: de un 6% prometido y garantizado incluso en diciembre, a un 8,51% aflorado ahora y que bien podría ser superior. Pero deben conocernos tanto, que ya se lo esperaban y o nos perdonan el desatino o ya nos habían castigado. Es descomunal el esfuerzo que tendrá que hacer el Gobierno Rajoy para absorber el descomunal agujero dejado por el Gobierno Zapatero: 26.000 millones; dos años perdidos. Vivimos "donde nunca pasa nada" que decía Serrat; así es que para los responsables, unos y otros, aquí paz y después gloria.

Los políticos siempre han tratado con desconsideración a la ciudadanía que les elige, y, lo que es peor, la ciudadanía se siente atraída hacia la desconsideración porque entra al juego miserable de la confrontación ideológica, cuando lo que está en juego son sus impuestos, sus derechos a recibir unos servicios públicos de calidad pero financiables, el futuro de sus hijos y el de sus pensiones. En menos de 24 horas he oído en mi entorno y en los agitados comentarios matinales de radios y televisiones que la culpa fue de la izquierda, que fue de la derecha, que fue de todos.

No es verdad que dé igual: hay que acabar con esto de que nadie es responsable de nada, porque hay responsables de las cosas, y en este país se puede meter en la carcel a un tío por un desfalco en una empresa, donde el dinero es de los accionistas privados, pero si se trata de un desfalco de dinero público, parece ser que la responsabilidad decae con el desalojo del poder por la vía de las urnas. Si hay una desviacioón de casi 27.000 millones es la factura del señor Zapatero y su ministra de Economía y vicepresidenta primera, quien juraba y perjuraba (llamaba visionarios a quien cuestionaba sus cifras allá por noviembre) que el déficit no se desviaría ni una décima del 6%.

Zapatero con su política de manivela con el gasto público, porque este señor ha encarado los tres años últimos de su mandato con la creencia de que la crisis se solucionaba dándole a la manivela que fabrica el dinero (el dinero se fabrica, ¿verdad, señor Zapatero?), que ya vendrá otro y lo devolverá. Al fianl se ha demostrado que la factura de Zapatero, la factura de Keynes, ha sido inútil: 91.000 millones de euros de déficit este año, y 96.000 millones el pasado. Pero ¿alguien cree que los españoles viven mejor hoy que hace dos años, 200.000 millones de euros de deuda pública mediante?. ¿Qué mejoras en el bienestar se aprecian, cuando lo que la ente ve es que hay un millón más de parados, y cada vez más gente con el temor a perder su empleo?

Keynes tenía razón cuando aplicó sus recetas: pero Zapatero no la ha tenido setenta años después. Pero por el camino hemos perdido dos o tres años: uno en el que no hemos hecho nada, y otro en el que tendremos que intentar hacer lo que no se hizo el primero, y bien podríamos consumir un tercero para llegar a donde deberíamos estar ya, porque estamos muy lejos de los objetivos.

Los políticos regionales del Partido Popular tienen también una parte de la culpa, aunque han cogido mayoritariamente la gestión ya en julio y han tenido escasamente tiempo para apilar las faturas que sus precedesores habían consumido sin pensar con qué las abonarían. Pero ahora serán los que tengan que hacer el esfuerzo mayor de ejecución del recorte de gasto, puesto que quien realmente paga esto son los ciudadanos. Para llegar al 4,4% de déficit al que Zapaterio se comprometido en el Programa de Estabilidad faltan 44.000 millones de euros: nada menos que mil euros por cabeza. No está mal como promina.

Aquí paz y después, gloria al señor Zapatero, a la señora Salgado.

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