Gestionar todos los aeropuertos
En la red de 49 instalaciones de Aena, los 12 aeropuertos con menor tráfico acumulan inversiones en la última década por 413 millones. En enero, en ellos, el número de viajeros por día osciló entre ninguno en Sabadell y 160 en León. La proyección de futuro para los tres aeropuertos privados, Ciudad Real, Castellón y Murcia, es aún más deprimente: 910 millones de inversión y expectativas nulas para captar el tráfico que justifique, no ya su rentabilidad, sino su simple operación.
Ante este panorama, se multiplican las voces que exigen el cierre de unas instalaciones que califican de absurdo derroche. Pero lo cierto es que las terminales y las pistas de todos estos aeródromos son de última generación y se encuentran plenamente operativas.
En Europa se ha impuesto un procedimiento transparente de licitación de ayudas públicas para que las aerolíneas puedan seguir volando a estos aeropuertos que hoy apenas tienen pasajeros. Todos los aeródromos estatales y privados tienen que ser gestionados de manera que cumplan, en la medida de lo posible, su función de integración territorial y de dinamizador económico. Si grave fue la responsabilidad de haberlos construido o reformado sin un plan creíble de negocio, más grave aún sería dejarlos pudrir.