"El campo ahora es una buena salida profesional"
Se empeñó en trabajar en el mundo del vino. Es autodidacta, vive pegada a la tierra, en un ambiente relajado
La trayectoria de Laura Lorenzo, nacida en Allariz (Orense) hace 29 años, está ligada a una romántica historia, de apego a la tierra y a unos valores que defiende firmemente. Quiso ser enóloga precisamente para vivir ligada a la tierra y por el placer de beber vino. Estudió formación profesional (FP), comenzó a hacer unas prácticas en una asesoría de bodegas y ahí empezó a fraguar su futuro porque, de los vinos que le gustaban especialmente, empezó a guardar muestras para ver cómo evolucionaban. Cuando la bodega Dominio do Bibei, en el corazón de la Ribeira Sacra (Orense), necesitó cubrir el puesto de enólogo se lo confió a ella. Se lo había ganado: cada mes enviaba a los propietarios una muestra de la evolución de sus vinos. Hoy sus caldos, LaPola, LaPena, LaCima y LaLama, están en las cartas de los mejores restaurantes de España.
Lo suyo es perseverancia para conseguir un objetivo.
Tenía claro que quería dedicarme a esta profesión, aunque no pertenezco a una familia dedicada al vino. Nadie me podía ayudar, pero sabía que si quería algo tenía que trabajar para conseguirlo. Y lo que más me gusta es que mi trabajo me permite estar en contacto con la tierra, con la naturaleza. Eso es maravilloso.
"En entornos más sanos se favorece la amistad y las relaciones personales. El agricultor será importante en breve"
¿Ha continuado formándose?
Me he formado con el trabajo, en la vendimia. No tengo títulos oficiales, además en el pueblo en el que vivo es muy difícil hacer un curso, te tienes que desplazar y eso es bastante complicado, aunque el verdadero aprendizaje está en la vendimia, haciendo algo diferente, por ejemplo en el hemisferio sur. Soy feliz estando en la bodega, me cuesta mucho salir de ella.
¿No le resulta monótono?
No, les hablo a las barricas, les digo de todo; le pongo música al vino. Al vino le afecta mi estado de ánimo, por eso es muy importante que en la empresa haya tranquilidad, un ambiente relajado. Cuando haces el trasiego es fundamental estar de buen humor. La actitud es muy importante.
¿Esta crisis supone un regreso a la tierra, un deseo por recuperar el valor de lo sencillo?
Estamos en un punto de no retorno, tenemos que respetar y ser cuidadosos con nuestro entorno. La tierra está ahí y no podemos destrozarla. Por ejemplo, nosotros intervenimos en el paisaje pero lo hacemos de un modo sostenible. Hay que ser más cuidadosos con el entorno, volver al campo es una opción de vida. Es más fácil encontrar una vivienda barata, y es una salida profesional para la gente que se encuentra ahora perdida. En entornos más sanos se favorece la amistad y las relaciones personales. Los agricultores seremos en un breve espacio de tiempo muy importantes. Me parece increíble que de la alimentación del planeta se encarguen las grandes multinacionales, que son las que deciden quién come y qué se come.
Sus vinos se beben en los mejores restaurantes, ¿les afecta la crisis?
En general, se consume menos vino y se produce más vino del que la gente necesita consumir. Algunas bodegas tendrán que cerrar o mejorar en la producción de vinos más sanos y equilibrados.
¿Se es feliz viviendo en el campo?
Mucho. Vivo en un pueblo, donde mucha gente se dedica a la música, se vive intensamente el mundo de la cultura y cómo se puede acceder a ella. Soy feliz cultivando mi huerto, mis repollos, lombardas, tomates y lechugas. Es un mundo donde la competitividad no existe, vivimos de manera relajada y trabajamos mucho, sobre todo porque nos gusta que se cumplan nuestros sueños. No conozco otra manera de vivir.