Las cuentas de 2012, cuanto antes, mejor
La no del todo aclarada información sobre la posibilidad de que el Gobierno español actual hubiese inflado artificiosamente las cifras de déficit público de 2011 ha abierto un primer enfrentamiento entre Bruselas y Moncloa acerca de la situación presupuestaria de España. La Comisión ha desmentido que considere que existe una manipulación en las cifras, aunque posteriormente el comisario de Economía y Finanzas, Olli Rehn, se ha limitado a esperar a finales de febrero para analizar la situación fiscal de cada país.
Mientras el Gobierno español insiste en que las cifras de déficit estimadas adelantadas hasta ahora (un desequilibrio del 8% del PIB, en vez del 6% que daba por bueno el Gobierno de Zapatero) son reales (aunque no oficiales), Bruselas ha aprovechado el forcejeo para apremiar a España a presentar cuanto antes las cuentas de este año y poner en marcha todas las medidas para reducir el déficit existente. Da a entender que el Gobierno de Rajoy retrasa intencionadamente los Presupuestos hasta que hayan pasado las elecciones autonómicas andaluzas, por temor a que recortes adicionales del gasto puedan perjudicarle en las urnas. Las previsiones económicas que España espera de la Comisión Europea para adaptar las cuentas públicas al escenario de crecimiento estarán disponibles en una semana, y no parece lógico que se precise un mes adicional para cuadrar los números de ingresos y pagos.
En esta materia, la política hace un flaco favor a la realidad económica y a las soluciones a la crisis. El Gobierno que dejó de serlo en diciembre no hizo presupuesto de 2012 amparado en que había un periodo electoral, pese a que las cuentas se presentan siempre en septiembre, y los comicios estaban previstos, desde julio, para finales de noviembre. Y el actual, amparado en falta de conocimiento de un escenario macroeconómico, precisa un tiempo que se antoja excesivo para elaborar las cuentas, extendiendo la sospecha de que lo hace también por cuidar su horizonte electoral. Los españoles y la economía, mientras tanto, están esperando soluciones que no llegaron en 2011 y que ahora no han llegado de manera completa.
Rajoy no dejó pasar ni una semana desde su investidura para poner con toda crudeza los números (oficiosos) en la mesa y tomar decisiones muy duras, que ha encadenado con dos grandes reformas económicas muy contundentes después (sistema financiero y mercado laboral). Pero debe adelantar los datos económicos que faltan para que mercados financieros, inversores y agentes económicos nativos puedan tomar sus decisiones. No es irrelevante si se puede o no relajar el objetivo de déficit (4,4% para este año), pero empezará a serlo si disponemos cada vez de menos tiempo para cumplir los objetivos que, cuando se confirme lo adelantado por Hacienda, se antojan muy complicados.