Sólo el carácter financiero abarata las casas
Las casas bajan a un ritmo interanual del 6,6%, tal como nos recuerda la tasadora Tinsa, y acumulan un descenso de en torno al 27% desde que arrancó la crisis. Deberían hacerlo más aceleradamente para liquidar el stock, pero no lo hacen porque es un activo que aunque tiene un carácter financiero en una parte notable, la mayoría es patrimonial y no transferible. Sólo la banca tiene ahora los inmuebles que tienen carácter financiero, puesto que han acogido los que vía especulación se habían construido y adquirido con carácter de activo financiero.
La vivienda tiene un carácter patrimonial no de mercado en los países mediterráneos, y su uso como activo financiero, más extendido en los países anglosajones, sólo apareció en España a partir del año 2.000, cuando la burbuja inmobiliaria mostró oportunidades especulativas con la vivienda. La expectativa de fuerte revalorización por la presión de la demanda, las ayudas fiscales y el dinero barato la convirtió en un objeto del deseo de los especuladores, colectivo que engordó con todos aquellos que disponían de liquidez y acceso al crédito con facilidad.
Si en la primera década de este siglo fueron precisamente quienes utilizaron la vivienda como activo financiero quienes forzaron la subida desorbitada de precios, aunque fuesen una parte pequeña del colectivo de compradores, son los únicos que ahora, desde que se inició la crisis, fuerzan bajadas de los precios finales. Atrapados muchos de ellos por la financiación, por la presión del desempleo y por la expectativa de abaratamiento del activo, con la posibilidad de volver a minusvalías, han soltado la presa en el mercado, aunque haya demanda escasísima, o han volcado en los bancos lo que parecía que iba a ser un negocio de crecimiento sin fin, pero que ha devenido en un fracaso.
El común de los propietarios, dado el carácter patrimonial y familiar de la vivienda, no se han movido, salvo aquellos que por circunstancias de la crisis y el desempleo hayan podido verse obligados a vender o malvender. La casa es la inversión más importante de la inmensa mayoría de las familias, y a la vez su depósito de ahorro más significativo. Aquellos hogares que han adquirido una segunda o una tercera vivienda, si lo hacian con ánimo financiero, para revender después con plusvalías, ahora deberán esperar unos cuantos años. Ya se sabe: una inversión de largo plazo es una inversión de corto plazo fracasada.
Pero los bancos, que tienen infinidad de viviendas en sus balances, sobre todo de carácter secundario o playero, deberán venderlas si quieren evitar un reforzamiento de sus provisiones. Son las casas que más abiertamente tenían carácter de activo financiero, y como tal funcionarán, aunque sus precios deberán bajar mucho más para que se reanime la demanda. Esta se activa con el precio y la estabilidad en las expectativas de generación de renta disponible.
Pero dado que las casas en manos de la banca son una parte pequeña del mercado, la presión de este activo financiero dañado será insuficiente como para que bajen los precios mucho más. La banca debe desprenderse de las casas, porque le consume provisiones, que al vender libera. Pero difícilmente venderá con pérdidas muy abultadas. Por tanto, la caída de precios seguirá siendo lenta, muy lenta, pese a que la demanda está aparentemente muerta.