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Celo extremo con Bankia y su futuro

Bankia no es una entidad financiera enteramente sana. El volumen de activos inmobiliarios dañados exige unas provisiones y capital adicionales muy elevadas, y además de tener que vender activos lo antes posible, debe adaptar su dimensión (oficinas y plantilla), para poder seguir como entidad autónoma. Dado que ha recibido ayuda pública, no debería acceder, como comprador, a operaciones de concentración, y menos si la entidad adquirida está nacionalizada. Si tras la ejecución de la reforma financiera, Bankia sigue sola, algo no se habrá hecho bien.

Y las dudas sobre la viabilidad con solidez como para dar crédito sin riesgo por parte de Bankia no están despejadas, y difícilmente se despejarán con una adquisición por su parte, y menos aún si la entidad adquirida está tan dañada y ha tenido que se nacionalizada.

Bankia no podrá hacer frente a sus obligaciones financieras con la cuenta de resultados de 2012, y difícilmente con la de 2013, a juzgar por lo que cuentan los analistas. Una fusión con una entidad menor (tendría que sumar al menos un 20%, o un 10% de forma extraordinaria) supondría, además de hacer frente a las provisiones y el capital, tener que presentar un plan de fuerte reducción de red, que no es gratis, y un compromiso de elevación del crédito, que no es fácil si se anda justo de capital.

Fuentes financieras estiman que si Bankia no es absorbida por otra entidad mayor para poder financiar su ajuste, la reforma del sistema financiero no habrá sino completa. Bankia podría seguir sola, pero su competencia asegura que de hacerlo, en al menos 8 o 10 años no podría pagar dividendo, lo que de alguna forma, y ante los mercados financieros, se convertiría en el símbolo de una reforma inconclusa o fracasada.

Por todo ello, el Gobierno no puede aceptar soluciones a la medida para salvar la continuidad de Bankia. El país está vigilado, y los mercados sólo aceptarán una reforma integral en materia financiera, como sólo admitirán una reforma integral en materia laboral o en materia de admnistraciones públicas, y en materia fiscal. La reforma del sistema bancario aprobada por el Gobierno tiene muy buena pinta, pero puede torcerse si por el camino se permiten entidades que generen dudas, entidades zombis.

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