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Columna
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La UE necesita un plan B con Atenas

La zona euro necesita un plan de contingencia para manejar una potencial explosión griega. El último juego de provocación que se está produciendo en Atenas probablemente va a terminar en una chapuza. Pero si no es así, los bancos de Grecia se irán a la quiebra y el resto de la zona euro necesitará un plan para prevenir el pánico en su industria bancaria.

La línea dura en Europa, encabezada por Alemania, prácticamente ha perdido la paciencia debido a la incapacidad del Gobierno griego para cumplir con sus promesas. El próximo tramo de dinero en efectivo del rescate, de 80.000 a 90.000 millones de euros, parece haber hecho que los prestamistas estén aún más decididos a asegurar las reformas para hacer más competitiva la economía. Es mucho dinero. Los políticos griegos son reacios a obligar a los votantes a tomar más medicina amarga, especialmente teniendo en cuenta que podría haber elecciones en abril.

¿Pero el resto de Europa está realmente preparado para tirar la toalla? Si lo hace, no solo significaría la quiebra del Gobierno griego, ya que sería incapaz de pagar un bono que vence en marzo. También los bancos del país, que están cargados de deuda de su Gobierno, se irían a pique. Aunque es probable que se produzcan crisis financieras en el resto de la zona euro -en especial en las economías débiles como Portugal, Irlanda, España e Italia-. El BCE tendría que ir al rescate inundando el sistema con liquidez.

Ayudar a los bancos no sería fácil. Se supone que el BCE solo provee liquidez a cambio de garantías adecuadas. Y, en algunos casos, los bancos se han quedado sin esos activos. Por ello, el organismo ya ha autorizado a los bancos centrales nacionales a proporcionar liquidez de emergencia a cambio de garantías de calidad inferior.

Sin embargo, en un ataque de pánico incluso este apoyo podría agotarse. Entonces, el BCE tendría que ser más creativo. Una opción sería dejar que los bancos emitiesen bonos garantizados por sus propios Gobiernos y los aportasen como garantía a sus bancos centrales nacionales a cambio de dinero en efectivo. Mientras eso podría rescatar a los bancos, significaría acumular pasivos contingentes en sus Gobiernos. Así que también sería necesario contar con algún tipo de programa para apuntalar a los Ejecutivos débiles. Si la política suicida de Atenas no tiene un final satisfactorio, la zona del euro se encontrará en un profundo abismo.

Por Hugo Dixon

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