Una disciplina que no ahogue el crecimiento
El Foro Económico Mundial, la cita que reúne anualmente a buena parte de la élite de la política, la economía, las finanzas y las empresas del planeta, arrancó ayer en Davos en medio de un ambiente pleno de interrogantes y oscuras previsiones económicas. Durante la ceremonia de inauguración, la canciller alemana, Angela Merkel, realizó un firme llamamiento a los países europeos para que acepten ceder más competencias a la UE -en una alusión directa a la necesidad de avanzar hacia la integración fiscal- como fórmula para garantizar la viabilidad futura del proyecto europeo. Merkel instó a sus socios a mejorar la competitividad, al mismo tiempo que insistió -en un intento por borrar las crecientes reticencias- en el compromiso alemán con el principio de solidaridad en la UE.
La canciller alemana reconoció abiertamente que algunos países europeos han presentado déficits fiscales que no será posible superar en poco tiempo, pero mantuvo una defensa férrea de las políticas de austeridad y las reformas estructurales pendientes, así como de la necesidad de emular el ejemplo del "mejor", en referencia a su propio país, pero también a su política.
El discurso de Alemania llega en un momento en el que cada vez hay más voces que plantean la necesidad de combinar la imprescindible austeridad fiscal con el igualmente necesario estímulo de un crecimiento económico que día a día se aleja más en el horizonte. Las últimas previsiones del FMI auguran a la eurozona una dura travesía en el desierto, al situarla como única región del mundo que entrará en recesión este año, con crecimientos mínimos en algunos países -como Alemania y Francia- y escenarios de fuerte recesión en otros, como España e Italia. Una verdadera parálisis económica que tendrá efecto demoledor para el mercado de trabajo, con una pérdida de otros 1,5 millones de puestos de trabajo este año, un 40% de los cuales se destruirán en España.
Con un tablero de juego así por delante es razonable poner en revisión las reglas fijadas teniendo en cuenta un horizonte mucho más claro que el actual. Es el caso de España, cuyos objetivos de reducción del déficit -del 4,4% en 2012 y del 3% en 2013- fueron acordados bajo la hipótesis de una economía en crecimiento, nunca en recesión. Ello convierte en especialmente importante la cita que Mariano Rajoy tiene prevista hoy en Davos con la canciller alemana, con la que abordará el contenido de la próxima cumbre europea que se celebrará el 30 de enero. La cumbre es una ocasión para que los jefes de Estado y de Gobierno pongan sobre la mesa la conveniencia de flexibilizar los objetivos de déficit para los países con mayores dificultades. Las palabras pronunciadas por Merkel ayer ante en el Foro Económico Mundial auguran una negociación dura y difícil.