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António Horta-Osório

Pasión por la banca

Raya diplomática, corbata verde y amplia sonrisa. El consejero delegado de Lloyds ha vuelto esta semana al trabajo, tras dos meses alejado de la gestión a causa del estrés.

Pasión por la banca
Pasión por la banca

En Portugal es un ídolo. Motivos ha dado a sus paisanos para sentirse orgullosos: con 36 años se convirtió en el presidente más joven de un banco luso (Totta), la escuela de negocios Insead le incluyó en la lista de los 50 exalumnos que cambiaron el mundo y, en 2011, ha sido el fichaje estrella de Lloyds. El Mourinho de las finanzas le llama la prensa lusa. Suerte que a António Horta-Osório le gusta el fútbol.

El consejero delegado de Lloyds ha vuelto esta semana al trabajo después de dos meses de baja por estrés y fatiga. No desconectaba. El banco le ofreció 1,035 millones de libras (1,18 millones de euros) al año más un bonus de 2,87 millones de euros -al que ha renunciado- por reflotar una de las entidades más rentables en los noventa, hoy seminacionalizada. El primer movimiento en la partida de este apasionado del ajedrez: cierre de sucursales y recorte de 15.000 empleos. A principios de noviembre, el banquero luso se quedó sin batería. Tras una cura de descanso, en diciembre pedía volver. La City ya daba su baja por definitiva, las acciones de la entidad llegaron a caer casi un 30% en las tres primeras semanas sin la gestión de Horta-Osório, pero el presidente de la entidad, Win Bischoff, sigue pensando que es el hombre idóneo para el cargo.

António Mota de Sousa Horta-Osório, 48 años el próximo 28 de enero, se licenció en Gestión y Administración de Empresas en la Universidad Católica Portuguesa. Rompía con la tradición familiar de juristas; el abuelo, de quien heredó el nombre, fue un abogado que tenía a Pareto por maestro y que escribió el libro Matemáticas puras en la economía. El nieto tenía claro que quería dedicarse a la banca. Antes de terminar la universidad, escribió una carta con una copia de su currículum a los principales bancos portugueses y extranjeros. Debutó en el Citibank, al tiempo que prolongaba su estancia en la Universidad Católica como profesor asociado.

Quería saber más de banca y decidió hacer un MBA en Insead. Horta-Osório ha confesado que guarda muy buenos recuerdos de esa etapa, de los profesores, de los contenidos, de los compañeros. Allí apreciaría el valor de la mezcla de nacionalidades diferentes, algo que la familia, después de vivir en diferentes países (un hijo nació en Nueva York, otro en Portugal y otro en Brasil), ha llegado a considerar un privilegio. Allí también pudo disfrutar de dos de sus pasiones deportivas, el tenis y el fútbol -vibra con el Sporting de Portugal y en Inglaterra sigue al club que en su día entrenó Mourinho, el Chelsea, el equipo de su barrio-. El mejor recuerdo de esta etapa, sin embargo, fue el de su graduación, ya que recibió el Premio Henry Ford II.

Estaba preparado para lanzar su carrera internacional. Un cazatalentos le reclutó para Goldman Sachs, trabajando en Nueva York y Londres. La banca internacional se lo rifaba. En 1993, Emilio Botín le invitó a poner las raíces de Banco Santander de Negocios Portugal (BSNP). Al año siguiente, el equipo de Horta-Osório ganó el Premio Euromoney para el mejor banco extranjero en Portugal. Ha sido una carrera de 18 años en el grupo bancario español. Ha sido consejero delegado de Banco Santander Brasil, presidente de Santander Totta, miembro del comité de dirección del grupo y primer ejecutivo de Santander en Reino Unido desde la compra en 2004 de Abbey.

La prensa británica ironizó con la posibilidad de que sufriera un shock mientras buceaba con tiburones, una de las aficiones del banquero, para explicar el cambio de Santander por Lloyds, aunque la verdadera responsable de la decisión es Ana, la mujer con la que lleva casado más de 20 años. A ella no le asustan los desafíos. Tenía una farmacia cuando en 2004 decidió abrir un spa en Lisboa, Spatitude, el primero en la capital portuguesa y el mejor del mundo según la opinión de su marido. Ambos son competitivos deportistas. Ana corre por los parques de Londres -ha participado en el maratón de Nueva York por fines solidarios- y António juega al tenis, se rompió la mano derecha y aprendió a jugar con la izquierda. La pareja separa, sin embargo, lo público de lo privado. Siendo consejero delegado de Abbey, Insead le nombró uno de los 50 exalumnos que cambiaron el mundo. Entonces, aseguró que si tuviera que ser recordado, le gustaría que fuera como padre y marido ejemplar y como creador de equipos excelentes. De lo último, la City vuelve a examinarle.

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