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Tribuna
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Una necesaria Oficina de Reformas Económicas

El pasado 7 de diciembre desde la Cátedra Fedea-McKinsey presentamos el informe Cómo poner en marcha un programa de reformas estructurales: La experiencia internacional. En este informe proponemos al nuevo Ejecutivo presidido por Mariano Rajoy adoptar mecanismos de gestión distintos ante una crisis distinta que exige una gran transformación de país en un corto periodo de tiempo para lograr el gran objetivo: una economía más competitiva que logre devolver a España a la senda del crecimiento económico.

Partimos de la premisa de que nos encontramos ante un escenario de crisis diferente, entre otros factores, debido a la existencia de una atonía entre la demanda interna y externa, a una crisis de deuda soberana europea, a la incapacidad de ayudarnos de mecanismos monetarios y, también, a la necesidad de hacer frente al cansancio de los ciudadanos, que llevan varios años escuchando que las cosas van a cambiar mientras ven cómo se llevan a cabo recortes no siempre entendidos.

En términos ejecutivos, esta crisis es también diferente debido especialmente a la abundancia de temas a afrontar de forma simultánea y transversal, asuntos que implican a varios ministerios y a diferentes niveles administrativos. Nos embarcamos en una transformación compleja, que demanda un ritmo acelerado de ejecución y que requerirá facilitadores con visión transversal. Así, tras analizar varios procesos de cambio fuera de nuestras fronteras, hemos comprobado que los modelos más exitosos se basan en la gestión por proyectos, con foco en resultados. Para ello, diferentes Gobiernos han gestionado el cambio a través de una unidad de apoyo especial que coordine, haga seguimiento y evalúe los esfuerzos de los distintos ministerios para implementar las reformas.

Ejecutar las medidas necesarias a través de los procesos de gobierno habituales puede obstruir la velocidad en la toma de decisiones y en la implementación, además de que pueden diluir su impacto. En este sentido, y de cara a dotar al Ejecutivo de la coordinación, agilidad y velocidad necesarias, proponemos la creación de un nuevo mecanismo que se adecue a la urgencia del gran cambio de modelo que necesita España: la Oficina de Reformas Económicas.

Las principales características que esta oficina debe reunir incluyen el reporte directo al presidente del Gobierno, el nombramiento de un responsable con un perfil y un estatus de líder sólido y un equipo adecuado multidisciplinar y, a ser posible, que cuente con miembros tanto de la Administración como ajenos a ella.

Por otro lado, entre las funciones más destacadas de esta oficina estaría el seguimiento de las medidas que se acuerden y la elaboración de informes de control y de análisis del impacto de las mismas, convirtiéndose en la verdadera guardiana del plan para salir de la crisis. Asimismo, deberá dar soporte a los ministerios, aportar metodologías efectivas y liderar aquellas iniciativas específicas hasta que puedan ser delegadas. La oficina no sustituye a los ministerios ni a los ministros, sino que vela por el cumplimiento de las medidas y, especialmente, coordina y facilita su implementación.

Como apuntamos en el informe, esta Oficina de Reformas Económicas ha sido empleada con éxito y bajo diferentes nombres en países como Francia -Unidad Especial (DGME)- o Reino Unido -Delivery Unit-. Por ejemplo, en el caso de Francia, Sarkozy y su primer ministro implementaron una estructura de Gobierno específica para el programa de transformación RGPP (Révisión Générale des Politiques Publiques) formada por un comité de decisión y un comité de dirección cuya principal función era revisar el avance y proponer decisiones al presidente. Asimismo, en el Reino Unido, Tony Blair puso en marcha una unidad similar a la que dedicaba dos horas semanales para revisar informes de seguimiento de la totalidad del plan y escribir notas personales a los líderes de las iniciativas.

Esta Oficina, por tanto, responde a una coyuntura que exige una velocidad de decisión y ejecución de las reformas desconocidos hasta ahora en el sector público. Su vocación no es la de ser dueña de ninguna iniciativa, sino de facilitar el cambio y dar cohesión y coordinación a las decisiones que se tomen en materia económica. La agilidad, la coordinación y, especialmente, la velocidad en la aplicación de las medidas que se acuerden para salir de la crisis es crucial ya que, en estos momentos, el reloj corre en nuestra contra.

Alejandro Beltrán. Socio Director General DE McKinsey & Company en España y Portugal

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