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La crisis de la quinta constructora

Sacyr, el juguete roto de la burbuja

La historia de la constructora es reflejo del apogeo y derrumbe de la economía española: el ladrillo y la deuda, por la que se permitió aventuras como la de Repsol, han llegado a comprometer su futuro.

Logo de Sacyr
Logo de Sacyr

Cuando los ingenieros Loureda, Del Rivero, Riezu y Manrique dejan Ferrovial en 1986 para fundar una nueva constructora, se decía en el sector que la nueva Sociedad Anónima de Caminos y Regadíos (Sacyr) era una compañía pegada al terreno, con directivos que transitaban más por las obras que por sus despachos. Pero también se destacaba una sana ambición que ha terminado por poner en riesgo a la empresa y a sus acreedores. La historia de Sacyr es fiel reflejo de los vaivenes de la economía española: del desarrollo de las infraestructuras y la burbuja inmobiliaria, a la tragedia de la crisis financiera.

En los noventa se decía ya que Sacyr tenía aspiraciones de gran constructora. En las crónicas de entonces se vislumbraba que buena parte del crecimiento vendría por la vía del desembarco o del abordaje, según el caso, de otras empresas. Y es que, su voracidad no se restringe al intento de entrar en el BBVA o de liderar el proyecto de Repsol.

Sacyr jugó desde mucho antes el papel de David ante los Goliat de la economía local. En 1996 fueron la toma de un 5% de Dragados, que terminó vendiendo a BCH con plusvalías por 6.000 millones, y la compra del 25% de la valenciana Cleop. En ese año también crea una agrupación de interés económico (AIE) con Ginés y Navarro, Obrascón y Lain, en busca de recortar terreno a la alianza entre FCC y Dragados. En 1997 se alía con Iberpistas para consolidarse en Chile y, en general, en el mercado concesional suramericano. Sacyr pisa el acelerador.

La salida a Bolsa comienza a estudiarse en esos momentos, cuando cuelga de la firma de los ex Ferrovial el cartel de constructora más rentable de España. Su beneficio en 2008 (7.400 millones) sobre las ventas (50.200 millones de pesetas) era del 14%, ratio que duplicaba e incluso triplicaba el de sus competidores. El aire soplaba a favor y la estrategia de Loureda y Del Rivero, verdaderos motores pese a que la presidencia recaía en Fernando Sarasola, era centrarse en un ramillete selecto de obras y exprimir su beneficio.

El propio Loureda toma la presidencia en el año 2000 y compra la constructora portuguesa Somague (la absorbe en su totalidad en 2004), tercera de su país por ingresos y primera adquisición internacional de Sacyr. Corrían los tiempos de la burbuja tecnológica y la compañía, considerada una más entra las grandes, crea el portal de comercio electrónico B2B junto a FCC, ACS, Ferrovial y Acciona. Incluso llegó a olfatear, sin éxito, el negocio de la banda ancha.

Entre tanto, crece el volumen de sus proyectos: puja por aeropuertos internacionales, concesiones en Chile, obras millonarias en Argentina... Pero lo que de verdad hornean sus directivos es un plan para multiplicar el tamaño por la vía inorgánica. Sacyr estuvo a punto de fusionarse con Dragados para impulsar el primer grupo constructor español.

Roto el noviazgo, a finales de 2001 se produce un hecho que a la postre resulta clave: se abre el capital y Juan Abelló, de claro perfil financiero, entra en Sacyr con la toma del 14%. Meses después vendrían las cajas (Caja de Ahorros de Ávila, la Caja de Ahorros de Murcia, Unicaja y Caixanova). La empresa, ahora un cóctel de inversores industriales y financieros, era la séptima de su sector por facturación y primera por rentabilidad.

La era del ladrillo y el gran órdago

La promoción y venta de viviendas empieza a despuntar como el gran pastel en España y la constructora no permanece ajena al calor de ese negocio. Vuelve a tener tratos con el SCH, al que compra el 24% de la inmobiliaria cotizada Vallehermoso por 568 millones (el 80% financiado con deuda). Sacyr se fusiona con la participada en 2003 y crea un grupo, Sacyr Vallehermoso, valorado en 2.300 millones en Bolsa. Durante los años de bonanza la acción, ejemplo del boom bursátil, toca un techo de 45 euros en 2006.

Con el negocio inmobiliario como palanca se entra en una dinámica vertiginosa. Un consorcio liderado por Sacyr adquiere la empresa pública de autopistas ENA por 1.586 millones en mayo de 2003, financiando la práctica totalidad del coste con deuda; se ofrece a Esther Koplowitz para entrar en FCC en sustitución de Veolia y estudia su irrupción en el capital de la italiana Impregilo.

Del Rivero releva a Loureda en la presidencia a finales de 2004 y sorprende con uno de los mayores órdagos recordados en la historia económica española: el asalto al BBVA, con un 3,1% en opciones que no ejecutó. Durante tres meses planteó un pulso a Francisco González y al statu quo establecido. ¿Qué hacía una constructora en el universo bancario? Los analistas auguraron entonces que lo pagaría caro. Daba idea del tamaño de la ofensiva que Telefónica era primer accionista del banco con el 1,06%. En otras entidades tampoco había parangón: los Botín apenas contaban con el 1,5% del Santander. Sacyr salió con plusvalías de BBVA. Lo peor es que quedó señalada como un agente descontrolado.

La historia reciente es bien conocida y recordada. Sacyr ingresa en Repsol en 2006 tomando el 20% del capital, en un operación fuertemente apalancada. Sus aspiraciones de mando chocan esta vez con un accionista histórico como es La Caixa, y con un presidente, Antonio Brufau, que arropado por el consejo ha dado palo y zanahoria al primer accionista.

Por el camino, se desinfló el negocio inmobiliario con una Vallehermoso seriamente endeudada, lo que motivó que Sacyr se desprendiera de su división de autopistas Itínere, hoy en reconstrucción.

También fracasó el intento de toma de control en la constructora gala Eiffage, por la que casi se vio obligada a lanzar una opa multimillonaria. Y el último capítulo grave ha sido el de la refinanciación in extremis de 5.000 millones de deuda por Repsol, proceso en el que se ha dejado la mitad de la participación, además de motivar una dura batalla entre accionistas en Sacyr y el relevo en la presidencia de Luis del Rivero.

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