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Columna
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El BCE y una banca a dos velocidades

Los bancos europeos han vivido un buen momento gracias a la fiesta de Navidad del Banco Central Europeo (BCE). Los tesoreros de los bancos de la eurozona se preguntaban desde hacía tiempo cómo refinanciar los 600.000 millones de euros de financiación que expiraban en 2012. El BCE contestó en parte a la pregunta -una refinanciación masiva a tres años de 489.000 millones-.

A primera vista, la generosidad del BCE parece darse a cambio de nada. La llamada operación de refinanciación a más largo plazo (LTRO en sus siglas en inglés) costará alrededor del 1%, muy por debajo de la que sería financiada con fondos privados si la opción fuera posible. Más de 500 bancos se acercaron a la ventanilla del BCE, lo que reduce el riesgo de que se identifique y estigmatice a un pequeño grupo de usuarios. Y las entidades de países como España, Italia y Francia pueden implementar esta financiación ultrabarata para financiar sus bonos soberanos y corporativos.

Pero aquellos que no han pagado una visita al fumadero de opio del LTRO no se han librado de un mar de riesgo moral. El último LTRO puede ser más grande, pero está más centrado -la mitad de los bancos que participaron en el último derroche récord en 2009-. Incluso a medida que reducen su apalancamiento, los usuarios necesitarán una parte importante de su nuevo efectivo para cumplir con la refinanciación del año próximo.

Todo esto reduce más que incrementa la posibilidad de que los bancos puedan comenzar a tomar prestado pronto del sector privado. Los tesoreros de las empresas que están pensando donde colocar los depósitos de las compañías serán cautelosos con aquellos bancos que acumulen deuda soberana con riesgo. Y mientras que los usuarios son actualmente anónimos, siempre es posible que se divulguen los nombres en el futuro, como ocurrió al final en EE UU. La liquidez del BCE debería permitir al castigado personal de los bancos de la periferia disfrutar de la Navidad. Pero la resaca puede durar años.

Por George Hay

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