Deléiteme con los detalles, por favor
Fue el discurso de los trazos gruesos, y por tanto no es fácil apartar cierta sensación de que los electores "nos merecíamos más, mucho más". Aunque también es cierto que la tarea de dar la vuelta a la situación económica del país tiene tantos frentes activos que, al intentar desvelar, en un discurso de investidura, todo lo que se puede estar pensando hacer para que la microeconomía de España vuelva a carburar, es inevitable defraudar. Grandes palabras genéricas sobre la necesaria recuperación de la liquidez para las pymes, ayudas a la contratación, optimización fiscal para los beneficios empresariales no repartidos como dividendo, austeridad, responsabilidad, etc., etc. Palabras tan escuchadas y repetidas desde los más variados ámbitos, que al oírlas una vez más no pueden sino generar cierto desapego, cierto aburrimiento.
Y apuntar de forma tan decidida a aplicar una pequeña revolución en el de por sí complicado sector energético y no explicar con un poco de detenimiento las ideas que pueden estar bullendo en la cabeza del nuevo presidente del Gobierno genera más decepción que otra cosa.
El mismo guion sabido y aprendido parece desprenderse de lo dicho para la primera industria del país, el turismo. Un nuevo plan integral, apoyos fiscales, préstamos.
Y una guinda. En la página 20 del discurso de Mariano Rajoy se puede leer: "Algunos de los sectores estratégicos de nuestra economía necesitan ser regulados". Decir esto y no decir cuáles son, o mejor dicho, cuáles son los que a juicio del próximo presidente del Gobierno, necesitan regulación, acongoja. Y angustia porque a renglón seguido se habla de llevar a cabo una revolución en su número y en sus competencias, sin detallar ni una sola.
Por tanto habrá que seguir esperando, quizá al primer Consejo de Ministros, puede que a la redacción de los Presupuestos Generales del Estado o vaya usted a saber cuándo, para ver si Rajoy es capaz de deleitarnos con los detalles.