El empeño de Merkel en las medidas de austeridad amenaza el euro
La disputa sobre la ampliación del fondo de rescate de la zona euro centró anoche las negociaciones en la primera jornada de una cumbre europea llamada a estabilizar los mercados financieros. París reclama esa ampliación como contrapartida a la disciplina fiscal impuesta por Berlín, pero la canciller alemana se resiste a comprometer nuevos recursos o a implicar al Banco Central Europeo.
Por tercera vez consecutiva en seis meses la Unión Europea inició ayer una cumbre destinada, supuestamente, a salvar el euro y a enviar una señal de tranquilidad a los mercados financieros de todo el mundo. Y por tercera vez el conflicto que bloquea el acuerdo gira en torno a las medidas de solidaridad y estímulo al crecimiento que deben adoptarse como complemento al ejercicio de austeridad acometido en buena parte de la zona euro, incluida España.
Al cierre de esta edición, los 27 socios de la UE discutían el fortalecimiento de los fondos de rescate (el actual y el definitivo, que entrará en vigor a finales de 2012 o 2013) de acuerdo a una propuesta del presidente del Consejo de la UE, Herman Van Rompuy.
En la jornada de hoy, el debate continuará con las diferentes opciones para imponer mayor disciplina fiscal a través de una reforma del Tratado de la Unión Europea.
El orden del día elegido por Van Rompuy refleja que el principal escollo para el acuerdo estriba en la aportación de nuevos recursos a los mecanismos de rescate; en la participación del Fondo Monetario Internacional en los programas de ayuda a los socios del euro; y en la implicación del Banco Central Europeo en los mercados de deuda pública para aliviar la presión en países como España o Italia. El borrador de conclusiones, al que tuvo acceso CincoDias, plantea la conversión del fondo de rescate en entidad financiera para acceder a la liquidez del BCE.
La estrategia negociadora deja para hoy la previsible disputa con David Cameron, primer ministro el Reino Unido, sobre la reforma del Tratado. Cameron exige a cambio de su visto bueno garantías para blindar la City londinense, el mayor centro financiero de Europa. "Si no consigo lo que quiero, no dudaré en vetar", señaló Cameron antes de llegar a Bruselas.
La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, han advertido que sortearán cualquier tipo de veto planteando un Tratado exclusivo para los 17 países de la zona euro. Pero ni siquiera esa opción parece factible, mientras no se resuelva la disputa sobre los mecanismos de defensa ante la crisis.
Francia abandera a los países partidarios de dotar a la zona euro de un verdadero Fondo Monetario, Berlín rechaza esa propuesta, por temor a que se relaje la disciplina fiscal.
El conflicto, según el presidente francés, Nicolas Sarkozy, coloca al euro en "peligro de explosión". "Tenemos solo unas semanas para poder decidir porque el tiempo trabaja contra nosotros", dramatizó Sarkozy en Marsella, donde antes de la cumbre europea se reunieron los presidentes de Gobierno miembros del Partido Popular Europeo.
La misma sensación de angustia se observó a nivel internacional, con el secretario del Tesoro estadounidense, Tim Geithner, completando ayer en Milán su larga gira por Europa para apremiar al Viejo Continente a frenar el riesgo de colapso del sistema financiero mundial. Incluso el Papa Benedicto XVI parecía ayer pendiente de la cumbre de Bruselas. "Que la Virgen nos acompañe (...) Lo necesitamos, sobre todo en estos momentos tan difíciles para Italia, Europa y otras partes del mundo", señaló el Pontífice en Roma con motivo del día de la Inmaculada. A falta de esa inspiración divina, Sarkozy advirtió que "no habrá una segunda oportunidad". Pero Merkel, algo más optimista, apuntó que "Europa no puede pararse (...), encontraremos la salida de la crisis y una solución, que no será un big bang sino años de duro trabajo".
La canciller considera que el euro ha perdido la credibilidad y solo se podrá recuperar con un marco de disciplina mucho más férreo, basado en sanciones casi automáticas contra los países que incumplan deliberadamente los objetivos de déficit público o deuda.
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, coincide con ese diagnóstico, pero añadió que la confianza de los mercados debe recuperarse "demostrando que el euro es irreversible", un objetivo que quedó en entredicho cuando Berlín y París amenazaron en noviembre a Grecia con la expulsión de la Unión Monetaria si el entonces primer ministro, Yorgos Papandreu, sometía a referéndum el plan de ajuste exigido por la UE. La amenaza abortó el plebiscito y acabó con el Gobierno de Papandreu. Grecia estuvo ayer representada por un tecnócrata, Lucas Papademos, que se estrenó en el Consejo. También fue la primera cita al máximo nivel para Mario Monti, primer ministro italiano tras la caída de Silvio Berlusconi, igualmente provocada por los ajustes reclamados por la zona euro. Su compatriota Mario Draghi, presidente del BCE desde el 1 de noviembre, también asistió ayer por primera vez a una cumbre europea.
En el capítulo de despedidas destacaba la de José Luis Rodríguez Zapatero, que asistió por última vez a la cita con sus homólogos europeos. El presidente del Gobierno llegó con una posición consensuada con su sucesor, Mariano Rajoy. El líder popular reclamó ayer medidas para cortar "la hemorragia de la deuda" y pidió a Zapatero que defendiese el derecho de España a poder vetar las decisiones del futuro fondo de rescate.
Los países rebeldes
Cameron da prioridad a los intereses de la CityDavid Cameron, primer ministro de Reino Unido, acude a la cumbre bajo la advertencia de Merkel y Sarkozy de que si la reforma del Tratado no se aplica a los 27 países de la UE, se aplicaría a los 17 de la zona euro. Cameron recela de una zona euro más reforzada, pese a que la debilidad del euro también afecta a la economía británica. Y sobre todo, defiende los intereses de la City londinense. "No vacilaré en vetar un tratado a 27", advirtió ayer Cameron.Irlanda teme la armonización fiscal Del otro lado del Canal de la Mancha también llegan las objeciones de Irlanda. En este caso, Dublín teme que la refundación de la zona euro aboque a una armonización fiscal que ponga en peligro su bajo impuesto de sociedades, reclamo para unas inversiones que difícilmente llegarían de otra manera hasta un país tan alejado del centro del mercado único. El gobierno irlandés también teme la ratificación del nuevo Tratado, tras los traumáticos referéndum sobre los tratado de Niza y Lisboa (que hubo de repetir).Finlandia defiende su poder de bloqueoFinlandia se niega a renunciar a su derecho de veto en las decisiones sobre el fondo de rescate, tal y como proponen Berlín y París (que sí seguirían disfrutando de ese privilegio). El Gobierno de Helsinki, una delicada coalición, podría caer si acepta una decisión muy impopular en un país orgulloso de haber sido el único de Europa que tras la Primera Guerra Mundial devolvió todas sus deudas. Alemania y Francia lograron de sus acreedores una condonación de hasta el 80%.