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Dolores de parto

Mal que le pese a Standard&Poor's y aunque Timothy Geithner no acabe de entender el milagro que acontece su alrededor, Europa está de parto.

Tras una gestación de casi año y medio (desde mayo de 2010, más que una ballena pero menos que un elefante, según la wiki), parece a punto de nacer una nueva zona euro. Heredera de la anterior (que ha vivido 13 años) pero mucho más ambiciosa porque supone el salto hacia la integración fiscal, un término técnico tras el que se oculta un paso decisivo haica la aparición de un cuasi-Estado europeo.

Alemania, con razón, acusa los nervios de una maternidad que unirá el destino de los europeos de una manera tan estrecha como irreversible. Pero los inversores han dejado claro que no hay alternativa. O la zona euro se funde como un bloque o ellos se la funden.

Antes de dar a luz, Berlín exige tremendas cesiones de soberanía porque en el futuro las deudas de un manchego, de un bávaro o de un piamontés resultarán indisolubles, igual que ahora no se puede distinguir entre un euro acuñado en Atenas y otro en Roma. El salto da vértigo y si no se explica bien a la opinión pública puede acabar en costalada.

El tiempo se agota. Las contracciones son cada vez más dolorosas y frecuentes. Algunos "doctores" las descartan como un síntoma falso y prematuro. Pero la dilatación no engaña y en Bruselas se espera una inminente ruptura de aguas. En breve sabremos si el nuevo euro ha nacido sano o... Crucemos los dedos.

Foto: azulejo en una fachada de Morella, Castellón (E.G., abril 2010).

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