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The Final Countdown

No hay mejor excusa para un cierre masivo de cortos (es como se denomina al subidón bursátil producido cuando los inversores bajistas anulan sus apuestas) que una acción concertada de los bancos centrales. La medida, en sí misma, de poco sirve dada la sangría que ha sufrido el mercado monetario en los últimos meses, 440.000 millones de mayo a octubre. Por otra parte, si estamos al borde del colapso monetario no es, o no solo, por la falta de dólares en el sistema interbancario. Como bien explica José Carlos Díez en su blog, es apagar un fuego con un cubo de agua.

Los bancos centrales, eso sí, han comprado algo de tiempo al enviar al mercado una señal que ha obligado a cerrar posiciones bajistas. Europa puede haber ganado unos días, no mucho más (es lo que pasó el 15 de septiembre). Si los inversores siguen sin ver una señal de solución de la crisis de deuda, la aportación de dólares al sistema financiero no valdrá de mucho. El mercado ha visto durante casi dos años cómo Europa ha puesto parches a la inundación, por lo que esta vez podría ser una más.

Si el efecto ha durado más de lo habitual últimamente ha sido por el sospechoso silencio de Mario Monti respecto a la actitud del BCE y por los globos-sonda enviados desde Berlín sobre un posible pacto entre los Estados del euro para establecer una mayor coordinación de las políticas fiscales. El mercado considera posible que Europa, al fin, haya dado con una solución que evite el colapso del euro y por eso los inversores han cerrado las posiciones bajistas y han cedido en sus ataques a la deuda periférica. Eso, junto con excusas como la acción de los bancos centrales, provoca las subidas de la Bolsa y las bajadas de la prima de riesgo. Pero no significa, en ningún caso, que el mercado se haya dado la vuelta. Los ataques pueden volver a la mínima señal de debilidad, y serán más duros.

Dado que hay cumbre europea el día 9, es clave lo que suceda en las próximas jornadas. Mientras el mercado considere la opción de una solución a la crisis, la tendencia de corto plazo será alcista o, al menos, neutra. Y, en el medio plazo, igual que la desconfianza es la principal fuente de la actual crisis, reconstruir la confianza, que es igual de etérea y volátil, es la única forma de empezar a arreglar el desaguisado.

Pero si los inversores barruntan que no hay respuesta firme el día 9, las caídas serán, seguramente, brutales, ante la convicción de que Europa ha perdido, esta vez sí, su última oportunidad. Cuidado, pues, con las filtraciones interesadas de Alemania o Francia reforzando sus propias posiciones, que en cumbres anteriores han sido preludio de desacuerdos. Como dice Olli Rehn, Europa tenía ayer 10 días. Hoy son nueve.

Música contra la crisis. Sí, lo han adivinado. Europe: The Final Countdown, 1986.

[Alguna de mis compañeras de la redacción no había nacido cuando salió el tema]

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