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Columna
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Un viaje rápido para España e Italia al FMI

Podría ser mejor para los nuevos líderes de Italia y España viajar pronto al Fondo Monetario Internacional (FMI). Si los mercados no se calman muy pronto, Mario Monti y Mariano Rajoy deberían considerar la posibilidad de pedir ayuda para la financiación de la deuda. Si actúan rápido, pueden echar la culpa de tan difícil decisión a sus antecesores.

Una actuación rápida sería más urgente en Italia. Monti es un tecnócrata que no ha sido elegido. A pesar de que la popularidad del nuevo primer ministro es alta, podría desvanecerse a medida que su Gobierno aplica duras reformas. Podría también perder el apoyo de Silvio Berlusconi, a quien sustituye. Los medios de comunicación del anterior primer ministro ya han puesto el objetivo sobre el actual, que lleva en el cargo menos de dos semanas. Se espera que Monti presente sus planes de reforma la semana próxima. La cumbre de la eurozona está prevista para el 9 de diciembre. Si los mercados reaccionan favorablemente, Monti no necesitará llamar al FMI. Pero si no lo hacen, debería moverse rápidamente, mucho antes de sus abultadas amortizaciones de deuda, previstas a finales de enero.

Rajoy puede sentir menos presión para acudir de inmediato al FMI ya que no será investido oficialmente presidente hasta finales de diciembre y tiene mayoría absoluta. Pero durante la campaña no se discutieron las duras políticas que podrían hacerle perder rápidamente popularidad. Lo que es más, si Italia apela al FMI, el mercado esperará que España (y probablemente también Bélgica) hagan lo mismo -haciendo que tales rescates sean virtualmente inevitables-. Rajoy debería observar de cerca de Monti y prepararse para actuar. El problema es que el FMI no tiene suficiente dinero para rescatar a España e Italia simultáneamente. Las grandes necesidades de financiación de Roma y Madrid para los próximos tres años son de 963.000 millones de euros, según Barclays Capital -alrededor de tres veces los recursos disponibles del FMI-. Así que el FMI necesitaría una inyección de liquidez, probablemente del Banco Central Europeo. Lo que no sería un ejercicio trivial.

Por H. Dixon / F. Maharg-Bravo

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