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Ocio

De paseo en un barco pesquero

Crecen las propuestas de turismo rural y de naturaleza

Lentas pero seguras avanzan en España las propuestas de turismo que se alejan del sol y de la playa. ¿La alternativa? Despertar en los turistas la curiosidad por su terruño. Tampoco hay que agitarlos mucho. Cada vez más españoles optan por dedicar su tiempo de ocio a la visita de un parque natural, a recorrer la costa a bordo de un pesquero, de la mano de una cofradía en busca de reconversión profesional, o a admirar las estrías de las montañas a bordo de un globo.

El turismo rural empieza a venderse solo. La oferta hotelera en los parques naturales ha crecido la friolera de un 300% desde 1996, según cifras de Analistas Económicos de Andalucía. Precisamente esta región es uno de los principales destinos para los amantes de la naturaleza, que pueden deleitarse con la diversidad de fauna, única en Europa, del Parque Nacional de Doñana o con la sierra de Grazalema, entre Málaga y Cádiz, conocida por sus particulares condiciones orográficas, que hacen de este parque natural una de las zonas de mayor diversidad biológica en España.

En Extremadura, el parque de Monfragüe es una de las mejores zonas para añadir los rituales de la vida salvaje a la belleza de la naturaleza. Varias agencias de viajes organizan visitas para seguir de cerca la brama del ciervo, con uno de los mejores observatorios de animales. Esta comunidad autónoma, la gran olvidada del turismo durante décadas, se llena poco a poco de alojamientos rurales gracias a sus cerezos. Cada mes de marzo, el valle del Jerte muestra un millón de cerezos que florecen formando un manto blanco.

La costa también se abre a nuevas fórmulas de turismo dedicado a sus espacios naturales más allá de la playa. Cantabria y Galicia, sumidos en el declive de sus recursos pesqueros, han encontrado en el turismo una forma de reconversión de sus pescadores. Ya son varias las cofradías que ofrecen un paseo a turistas deseosos de conocer de cerca su actividad a bordo de sus barcos de faena.

En la bahía de Cádiz, los barcos de almadraba, la milenaria técnica de pesca para capturar atún rojo al paso de esta especie por el estrecho, también suben a bordo a los turistas. Lo hacen fuera de la temporada de pesca, que se concentra en los meses de junio y julio, cuando los enormes túnidos dejan el frío del Atlántico para reproducirse al calor del mar Mediterráneo.

Andalucía también esconde otros tesoros a escasos kilómetros de sus abarrotadas costas, como su exquisito aceite de oliva. La productora de nombre fenicio Basilippo cocina uno de los mejores caldos de la especie arbequina, con el que ha ganado varios premios internacionales en el competitivo universo gastronómico.

Esta almazara organiza catas de su mejor aceite virgen extra y pasea a los visitantes por sus campos de olivos, que rodean una de las escasas haciendas que aún pueblan las afueras de Sevilla, en la localidad de El Viso del Alcor.

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