¿Gestionas tu carrera o te la gestionan?
José Medina llama la atención a todos aquellos profesionales que trabajan sin pensar realmente si están aprovechando su potencial y les invita a reflexionar sobre qué es lo que realmente desean
Entre los distintos grupos en los que nos dividimos los humanos están el de los que gestionan su propia carrera y el de los que no la gestionan y, por tanto, se la gestionan. ¿A cuál de los dos perteneces tú?
Puede ser este un momento oportuno para reflexionar un poco sobre nuestro pasado, contemplar nuestro presente y proyectar ambos hacia el futuro, junto con nuestros deseos, ilusiones, capacidades y esperanzas.
Áreas importantes de la vida, como son la libertad, el amor, la familia, el trabajo y la carrera, son terrenos no delegables en los que tenemos que implicarnos si queremos ser, al menos en parte, arquitectos de nuestra propia vida y de nuestro propio destino.
¿Qué significa gerenciar la propia carrera? Significa, para empezar, darse cuenta de que todos tenemos mucha más libertad, mucho más poder, muchas más posibilidades, iniciativas y talento de los que creemos. Para ello puedes empezar por fuera o por dentro.
I. Por fuera significa, en términos razonables y racionales: ¿qué es lo que me gustaría hacer y no hago?; ¿puedo hacerlo dentro o fuera de mi trabajo actual?; sin descartar el cambio a otro departamento, ¿he agotado las posibilidades dentro de mi trabajo actual? Conocemos muchas historias de directivos cuya carrera profesional cambió totalmente tras dejar claro en la empresa lo que querían hacer y obtenerlo.
II. La otra alternativa, igual o más importante, es empezar por dentro: ¿en qué soy realmente bueno?; ¿he desarrollado experiencias?; ¿veo que me gusta y que doy buenos resultados con relativamente poco esfuerzo porque me veo a mí mismo en esto? Explorando el conglomerado de nuestras capacidades, experiencias, conocimientos, lo que nos pide el cuerpo y el espíritu, e intereses, podemos descubrir, quizá con ayuda de alguien que nos conozca, nuevas áreas de dedicación.
Cuando uno contempla el conglomerado propio de capacidades, experiencias e intereses descrito anteriormente puede apuntar a dos caminos distintos: el primero es en qué empresa y en qué puesto de trabajo se puede aprovechar todo este cúmulo de experiencias y conocimientos que tengo. O bien, esta otra alternativa que es muy importante y en la que no siempre pensamos: ¿qué tipo de clientes o entidades están dispuestos a pagar por los servicios que, debido a mi experiencia, conocimientos e intereses, les puedo proporcionar?
El mundo de hoy nos invita cada vez más a contemplar la posibilidad de desarrollar nuestra propia empresa o servicios. Casi siempre las limitaciones que ponemos a esta alternativa residen en nosotros mismos y en nuestra actitud a priori. No se necesita tener un enorme talante emprendedor para poner en marcha el propio proyecto o empresa y darnos entonces cuenta de varias cosas.
Primero, vas a trabajar mucho más de lo que te imaginabas, pero eso va a ser por tu propia elección. Segundo, te vas a divertir y vas a aprender mucho más de lo que te imaginabas de diferentes formas y aprendiendo tanto lo que quieres como lo que no. Tercero, con algo de suerte, ganarás también más de lo que te esperabas, no como un fin en sí mismo, sino como consecuencia de tu trabajo y de los servicios que eras capaz de proporcionar. Cuarto, vas a tener probablemente una mayor integración de tu vida personal y profesional y, aunque trabajarás más, lo harás más a tu ritmo. Quinto, vas a tener mayor control sobre tu futuro y sobre tu vida. Y sexto, vas a ejercitar más el mejor recurso de todos los que tienes, que es tu talento, tu compromiso y tu entusiasmo por lograr esos resultados.
José Medina. Presidente de Odgers Berndtson Iberia