Qantas, cuestiones laborales
La impactante decisión de Qantas de retirar sus aviones del servicio la semana pasada puso fin a su reputación de conservadora. El presidente ejecutivo, Alan Joyce, puso de cabeza el problema de acción industrial y la línea aérea se declaró en huelga. Eso obligó al Gobierno a intervenir y poner fin al paro. Pero una solución permanente al conflicto está sobre la mesa. Cada vez parece más probable que la controvertida medida haya valido la pena.
La intervención del Gobierno ha dado a Qantas una ventaja: las partes deben llegar a un acuerdo o hacer frente a un proceso de arbitraje con un tribunal de relaciones laborales. No es difícil ver por qué Joyce ha recurrido a medidas tan extremas. Qantas tiene 15 sindicatos y ha llegado a un acuerdo con 12 de ellos. Hay resistencia a los esfuerzos de Qantas por reducir costes y la decisión de situar más personal en otros lugares. Se enfrenta a una dura competencia en las rutas internacionales con compañías aéreas respaldadas por Estados como Emiratos o Singapore Airlines.
Pero Joyce también fue su peor enemigo al entrar en la disputa. Justo antes de dejar en tierra a la aerolínea, los accionistas votaron para darle un aumento del 71% del salario. También enfureció a los clientes, que no parecían estar al corriente de la gravedad de los problemas sindicales. British Airways logró el apoyo del público el año pasado en su conflicto laboral, pero solo tras algunos éxitos de los sindicatos y con la empresa contra las cuerdas. Joyce tiene a los inversores de su lado, pero si quiere mantener su ventaja, debe recuperar a los clientes.